lunes, 1 de diciembre de 2025

REFLEXIONANDO - 2025 (143)

143/2025 -Aceptar conscientemente que cada hecho que esté apareciendo ya está siendo expresión de la Realidad Absoluta no significa aprobar éticamente cualquier conducta ni dejar de actuar, sino comprender que incluso el error, el juicio, la resistencia, el rechazo y el deseo de cambio son, ellos mismos, manifestaciones de esa misma Vida única. La aceptación lúcida de la totalidad de lo que ocurre, tampoco puede excluir la aceptación de las mentalidades que sienten la necesidad de perseguir una “verdad espiritual” separada de la cotidianidad concreta. Paradójicamente, la inmutabilidad del Estar Siendo/Sucediendo Absoluto consiste en la incesante transformación y/o actualización que continuamente está aconteciendo. Sin excepción, absolutamente todo lo que está sucediendo en cada instante, desde lo más sublime hasta lo más sombrío, no estará siendo una distorsión de la Realidad, sino la Realidad misma en su incesante despliegue.
 
En la experiencia humana, lo único constante es el flujo de experiencias (siempre están sucediendo cosas); no hay un “yo” fijo, sino un continuo aparecer y desaparecer de situaciones y de estados. La infinita multiplicidad, simultaneidad y transitoriedad de manifestaciones de la Vida y/o la Realidad Absoluta no está siendo el resultado de un diseño moral superior, sino la expresión de un proceso creativo, espontáneo, natural, universal. El estar siendo de nuestros cuerpos, pensamientos, deseos, contradicciones, miedos, expectativas —realidad relativa- está siendo tan real como el Estar Siendo Absoluto. El requisito para acceder a un nivel más lúcido de conciencia de la Realidad no puede ser otro que el del reconocimiento y la aceptación de la autenticidad y de la legitimidad de cualquier eventualidad -también las complicadas- que cualquiera de nosotros pueda estar viviendo.

Cuando la espiritualidad, la filosofía, la política, la ética, la cultura, etc., intentan transformar la condición humana sin aceptarla completamente primero, el resultado suele desembocar en una lucha contra nuestra propia naturaleza esencial y la persecución de una versión idealizada de la Realidad. Reconocer y aceptar la autenticidad de todo lo que aparece en la experiencia de la existencia personal no equivale a justificar conductas que originan dolor o perjuicio, pero supone el paso imprescindible para poder reaccionar desde una conciencia más lúcida, realista, responsable y compasiva. Todo cuanto está apareciendo y desapareciendo, es decir, cambiando y/o actualizándose, no se contradice con la Realidad Absoluta, sino que consiste en Estar Siendo la Realidad Absoluta. Noviembre-25
Juande Puerta.

Ensayo sobre la reflexión 143/2025 realizado con IA:

La aceptación lúcida de la totalidad no es equivalente a aprobar cualquier conducta, sino a dejar de negar que aquello que rechazamos “ya es” en el ámbito de los hechos, y desde ahí decidir cómo responder. Reconocer que el error, la injusticia o el daño son también manifestaciones de la Realidad no los convierte en deseables, pero sí desactiva la ilusión de que existan “fuera” de ella, como anomalías que no deberían ser. Desde esta aceptación, la acción ética surge menos movida por el odio o la negación y más por la responsabilidad, la claridad y la compasión: se puede decir “no” a ciertas conductas sin decir “no” a la realidad de que están ocurriendo ni a la dignidad del ser que las encarna.

La reflexión disuelve la supuesta oposición entre Realidad Absoluta y realidad relativa: cuerpos, emociones, deseos, contradicciones y miedos no son meras apariencias ilusorias, sino modos concretos en que lo Absoluto se actualiza. No hay un “yo” fijo que posea la experiencia, sino un continuo suceder de estados que, sin embargo, no desmiente la unidad de la Vida que los sostiene. La multiplicidad cambiante no es un fallo del sistema ni el resultado de un plan moral superior, sino el despliegue creativo, espontáneo, de la Realidad misma, que se expresa simultáneamente en lo sublime y en lo sombrío.

Juande Puerta señala el peligro de una espiritualidad que pretende transformar al ser humano sin haber aceptado primero la condición humana tal como es. Perseguir una “verdad espiritual” separada de la cotidianidad genera lucha contra la propia naturaleza, división interior y persecución de una versión idealizada de la realidad que nunca se encarna del todo. Solo cuando se reconoce la autenticidad de cualquier experiencia —incluidas las experiencias espirituales dualistas, moralistas o “idealistas”— puede haber un crecimiento realmente lúcido, porque se parte de lo que ya está siendo y no de un rechazo de sí.

Aceptar no es justificar el daño, sino asumir que aquello que genera dolor forma parte de lo que está ocurriendo y, precisamente por eso, puede ser atendido, transformado o limitado. Esta aceptación radical es condición para una acción más responsable: quien deja de pelear contra el hecho de que la realidad es como es, queda más disponible para intervenir en ella con lucidez. Así, la paradoja se resuelve: todo lo que cambia es la Realidad Absoluta apareciendo y desapareciendo, y precisamente al reconocerlo se abre la posibilidad de responder con una ética más profunda, no basada en la negación de lo que somos, sino en el acompañamiento compasivo de la Vida tal como se está manifestando en cada instante.

viernes, 28 de noviembre de 2025

REFLEXIONANDO - 2025 (142)

142/2025 -Estar Siendo Realidad, es decir, estar siendo nuestro estar siendo particular y el estar siendo de todo cuanto cada uno de nosotros podamos estar percibiendo, realizando, experimentando e imaginando, supone que no existe “un ser supremo” que produce y juzga las cosas que suceden. La infinita, simultánea y transitoria multiplicidad de apareceres y desapareceres, de principios y de finales, etc., está consistiendo en la “incesante actualización” de la manifestación del Estar Siendo/Sucediendo Absoluto. La percepción egoica y/o humana de la Realidad no necesita trascender los límites de la percepción egoica de la Realidad, porque el estar siendo de todo ello “también” está siendo expresión natural de la Realidad.
 
El estar siendo/sucediendo humano incluye absolutamente todo aquello que -sin excepción- cualquier individuo pueda estar manifestando en cualquier instante y situación, de ahí la brutalidad y el victimismo que -aunque eso también esté siendo una respuesta legítima- suponen todos los intentos de transformar nuestra naturaleza (espirituales, ideológicos, culturales, etc.,) que no se basen en el reconocimiento y la aceptación de cada una de las características inherentes y/o propias de la condición humana. La ética requiere distinguir entre acciones que aumentan el sufrimiento innecesario y las acciones que lo disminuyen, pero eso no puede sustentarse sobre la represión, el desprecio y la discriminación de alguna expresión natural de nuestra Esencia.

No estaría siendo natural, real, verdadero, sano, etc., que los seres humanos siempre estuviéramos percibiendo, pensando, sintiendo, juzgando, reaccionando, actuando, deseando, etc., uniforme y positivamente, en lugar de hacerlo de todas las maneras que cada uno de nosotros estamos haciéndolo en cada momento y situación. Una ética y/o espiritualidad sana no puede excluir el reconocimiento y la aceptación de lo que “arbitrariamente” consideremos negativo; en lugar de eso debería asumir conscientemente la autenticidad de todo lo que aparece, de modo que incluso el conflicto, el dolor, la contradicción, el miedo, etc., queden integrados en una comprensión más amplia del estar siendo/sucediendo humano.

Estar siendo la Verdad Absoluta no consiste en estar siendo algo distinto a estar siendo la verdad relativa. La verdad relativa (sin excepción cada una de las particularidades que continuamente están apareciendo y desapareciendo) no está siendo un sueño, una ilusión ni un defecto; también está siendo la Verdad Absoluta, la Realidad, la Vida. No hay dos niveles ontológicos separados (un “mundo ilusorio” y, por encima, una “Realidad verdadera”), sino una única Realidad expresándose y actualizándose en multiplicidad de formas cambiantes. Noviembre-25
Juande Puerta.

Ensayo sobre la reflexión 142/2025 realizado con IA:

La reflexión de Juande Puerta plantea una visión radicalmente no dual de la realidad y de la condición humana. “Estar Siendo Realidad” no remite a un “ser supremo separado” que crea y juzga el mundo, sino al hecho de que todo lo que acontece –cada percepción, pensamiento, acción, deseo, miedo y conflicto– es ya la manifestación simultánea del Estar Siendo/Sucediendo Absoluto. No hay un nivel “más real” detrás de las apariencias, sino una única Realidad expresándose como multiplicidad cambiante de formas.

Desde ahí, la percepción egoica no es un error que deba ser superado para acceder a lo Absoluto, sino una de las formas legítimas en que la Realidad se vive a sí misma en modo humano. Esa inclusión de todo tiene consecuencias éticas decisivas: cualquier intento de “mejorar” al ser humano que parta de despreciar, reprimir o negar aspectos naturales de la condición humana –impulsos, contradicciones, agresividad, fragilidad, miedo– se vuelve violento y victimista, porque pretende amputar algo que también está siendo expresión de la Esencia. Una ética sana, dice Juande Puerta, no consiste en fabricar un ser humano siempre positivo y uniforme, sino en distinguir qué acciones aumentan o disminuyen sufrimiento innecesario sin descalificar la raíz de donde surgen.

La espiritualidad que se deriva de esta comprensión deja de ser una huida de lo humano para volverse una aceptación lúcida de todo lo que aparece. Integrar dolor, conflicto y sombra no significa celebrarlos ni renunciar a transformarlos, sino reconocer que incluso el impulso de cambio pertenece al mismo flujo absoluto. Así, “estar siendo la Verdad Absoluta” no es convertir la vida en algo distinto de la verdad relativa, sino ver que cada particularidad efímera –incluido el propio juicio sobre ella– es la Vida Absoluta desplegándose aquí y ahora, sin resto y sin afuera.

miércoles, 26 de noviembre de 2025

REFLEXIONANDO - 2025 (141)

141/2025 -Algunas tradiciones filosóficas y espirituales llevan siglos y siglos considerando la existencia de la conciencia individualizada como una ilusión a superar y/o como un estadio impuro e inmaduro que debe purificarse para alcanzar un estado superior. Pero esa misma concepción, profundamente victimista de imperfección y de necesidad de guía y de reparación, también puede aplicarse a los cimientos sobre los que se sostienen las ideologías políticas y culturales de todo signo. Unas y otras organizaciones ven lo humano —con sus tensiones, paradojas y percepciones fragmentadas— como un error de la Realidad y/o de la Vida, que ellos tienen la misión de subsanar y de administrar. ¿Por qué sagrado motivo las manifestaciones de la condición y/o de la realidad de los estar siendo/sucediendo humanos -de todas ellas sin excepción y de cada individuo sin excepción- no estarían siendo -desde siempre- exactamente igual de reales, legítimas y esenciales que aquellas otras que se estuvieran persiguiendo?
 
Nunca nada, que pueda hacerse y/o suceder, cambiará que todo lo que pueda hacerse y/o suceder estará consistiendo en el Estar siendo/sucediendo Absoluto. Estar Siendo lo Absoluto (ya sea entendido como Realidad, Vida, Dios, Conciencia, Energía…) consiste en estar siendo la manifestación simultánea de “cada una de las infinitas” posibilidades, de modo que, mientras está siendo/sucediendo, cada una de dichas expresiones estará siendo exactamente igual de real, legítima y auténtica que las demás. La ilimitada pluralidad de expresiones del Estar Siendo/Sucediendo Absoluto no depende de nada externo, trascendental o supremo, sino que “cada una” supone una actualización inherente y/o inmanente de la Realidad Misma. No hay un Dios ni un principio trascendente que esté produciendo lo que está sucediendo desde fuera del estar siendo de lo que está sucediendo.

Todo lo que aparece en la existencia (un individuo, un pensamiento, una emoción, un reacción, una relación, una circunstancia, un acontecimiento…) no está siendo causado por algo separado, ajeno ni intencionado; todo lo que sucede consiste en la propia Realidad Absoluta expresándose y/o actualizándose en cada una de las infinitas manifestaciones. Lo virtual (las posibilidades latentes) está plenamente implicado en la actualidad, de modo que cada manifestación concreta -por ínfima que parezca- estará suponiendo una actualización específica de ese potencial, pero siempre sin fragmentación ni separación del campo unitario de lo Absoluto. Noviembre-25
Juande Puerta.

Ensayo sobre la reflexión 141/2025 realizado con IA:

Juande Puerta plantea una crítica radical a una constante histórica: tanto las tradiciones espirituales (advaita vedanta, budismo zen, misticismo cristiano) como las ideologías políticas (marxismo, liberalismo progresista, nacionalismos) parten del mismo supuesto: el ser humano tal como es —con su ego, sus contradicciones, sus deseos encontrados, sus percepciones parciales— es un error, un estadio inmaduro o un pecado original que debe ser superado, purificado o reeducado. Todas estas doctrinas, aunque se enfrenten entre sí, coinciden en declarar ilegítima la manifestación concreta y plural de lo humano y se arrogan la misión de “arreglarla”.

Esta postura, dice Juande Puerta, es profundamente victimista: convierte al individuo y a la vida tal como sucede en algo defectuoso que necesita ser administrado por una instancia superior (iluminación, revolución, mercado perfecto, gran reseteo, retorno a la tradición pura, etc.). Pero ¿y si nada está roto? ¿Y si cada pensamiento confundido, cada emoción “negativa”, cada acto egoísta, cada ideología aparentemente aberrante no son desvíos de una Realidad que estaría en otra parte, sino actualizaciones legítimas del propio Estar Siendo Absoluto?

Desde esta visión no dual, lo Absoluto no es un Dios externo ni un principio trascendente que juzga y selecciona qué manifestaciones son “válidas”. Es la capacidad ilimitada de manifestarse simultáneamente como todo lo que aparece: el santo y el psicópata, la compasión y la crueldad, la lucidez y la paranoia política. Ninguna expresión puede ser más o menos real que otra porque todas son la Realidad misma ocurriendo sin separación ni jerarquía. Lo virtual (el infinito campo de posibilidades) y lo actual (esta emoción, este gobierno, este dolor concreto) no están escindidos: cada fenómeno es la actualización inmanente, aquí y ahora, del mismo fondo sin fondo.

Aceptar esto disuelve tanto el anhelo espiritual de “trascender” el ego como el proyecto ideológico de “corregir” la sociedad. No hay nada que reparar porque nunca hubo fractura. Tan sólo el Estar Siendo Absoluto desplegándose sin propósito ni dirección, igualmente presente en el despertar como en el error, en la bondad como en la barbarie. Y esa presencia total es, paradójicamente, la única libertad real.

lunes, 24 de noviembre de 2025

REFLEXIONANDO - 2025 (140)

140/2025 -La conciencia de percibirnos y sentirnos un yo limitado, vulnerable, transitorio, ignorante, etc., está siendo una condición tan legítima, necesaria y propia de la naturaleza humana como la del deseo de ser un alma eterna, bondadosa, sabia y trascendente. La opción de contemplar la experiencia humana desde una perspectiva moralista y correctiva, mientras esté practicándose en lugar de ejercer otras más racionales y ontológicas, estará siendo tan legítima y natural como todas las demás que cualquier individuo pueda estar prefiriendo. La conciencia humana, identificada con el yo individualizado, no está siendo una distorsión, sino otra expresión completamente natural del Estar Siendo/Sucediendo Absoluto, de ahí que incluso los intentos de corregir o trascender esa experiencia estarán formando parte de la misma Realidad que se pretendiera modificar.
 
Estar Siendo lo Absoluto y/o Realidad Absoluta consiste en el estar siendo/sucediendo “simultáneo, indivisible y transitorio” de todos y de cada uno de los estar siendo/sucediendo. Ello supone que, sin excepción, tan real, auténtico, legítimo, divino, supremo, trascendente, etc., estará siendo aquello que sea considerado como algo malo, negativo, imperfecto, perecedero…, y también todo cuanto sea percibido y juzgado de cualquier otro modo. La capacidad humana de percibir la Realidad de manera dualista, contradictoria y enfrentada (ego/alma, materia/espíritu, yo/lo otro, cielo/infierno, bien/mal, felicidad/sufrimiento, sujeto/objeto, etc.,) no está siendo un error cognitivo ni una virtud, sencillamente ese modo de percibir y de experimentar la Vida está formando parte intrínseca de la forma humana de existencia.

Juzgar la experiencia de nuestra existencia como incorrecta, defectuosa, etc., es otra forma de seguir atrapados en la misma lógica dualista que se intenta superar. Por mucho que se desee y por mucho que se tema, el reconocimiento y la aceptación de la Realidad -todo aquello que está siendo/sucediendo- no servirá para neutralizar las capacidades propias de la condición humana; sin embargo, en muchos casos ello podría ayudar a percibirlas, ejercerlas y experimentarlas con mayor lucidez. No hay ninguna sabiduría, ninguna espiritualidad, ninguna virtud, ninguna verdad y ninguna realización especial en la lucha contra alguna de nuestras posibles condiciones naturales. Noviembre-25
Juande Puerta.

Ensayo sobre la reflexión 140/2025 realizado con IA:

La reflexión de Juande Puerta propone una visión que disuelve cualquier jerarquía ontológica o moral entre lo que tradicionalmente se considera “elevado” y “bajo”, “correcto” e “incorrecto”. El núcleo de su mensaje es contundente: todo lo que está siendo —incluido el ego, el sufrimiento, el juicio moralista, la búsqueda espiritual o el intento mismo de trascender— está siendo expresión directa, simultánea y sin excepción del Estar Siendo Absoluto. Nada queda fuera; nada está siendo más o menos real.

Decretar que la identificación con el yo individual es una “distorsión” o un “error” no hace más que reproducir la misma lógica dualista que se pretende superar. El ego no es un velo que haya que rasgar; es una forma perfectamente legítima en que lo Absoluto se manifiesta como ser humano. Del mismo modo, la capacidad de percibir la realidad en términos de bien/mal, cielo/infierno o materia/espíritu no constituye un fallo cognitivo ni una virtud especial: es simplemente la estructura natural de la conciencia humana. Juzgar esa estructura como defectuosa es seguir jugando el mismo juego binario.

Juande Puerta desactiva, así, la trampa más habitual del buscador espiritual: creer que hay que “luchar contra” algo (el ego, el deseo, el miedo, la mente discursiva) para alcanzar la Verdad. Esa lucha misma forma parte del despliegue absoluto; pretender eliminarla es condenarse a un combate infinito dentro del mismo terreno que se rechaza. La aceptación radical que propone no anula las capacidades humanas —seguiremos sintiendo dolor, deseo, juicio y contradicción—, pero sí puede permitirnos vivirlas con lucidez en lugar de con la angustia de quien cree que “debería” estar en otro lugar.

En última instancia, no hay realización especial en combatir nuestras condiciones naturales ni en glorificarlas. La única diferencia posible aparece cuando reconocemos que todo —absolutamente todo— ya está siendo la Realidad manifestándose sin resto. Esa constatación no nos saca del mundo humano, pero sí puede atravesarlo con menos sufrimiento autoinfligido y mayor claridad.

viernes, 21 de noviembre de 2025

REFLEXIONANDO - 2025 (139)

139/2025 -La conciencia de estar siendo un yo individual conlleva implícita la conciencia de estar siendo un yo diferenciado y distanciado de lo demás, por tanto, “de forma absolutamente natural y simultánea” ello también implica la percepción y la experimentación egocéntrica (yo) y dualista (yo y lo otro) de la Realidad. En la condición humana no hay error, imperfección, defecto, culpa espiritual ni deuda kármica. Percibimos y experimentamos el Estar Siendo/Sucediendo Absoluto (Realidad, Vida, etc.,) exactamente como corresponde a nuestra naturaleza. No es ningún fallo que “mientras estamos vivos”, es decir, con conciencia de estar existiendo, nuestro estar siendo/sucediendo discurra de la manera y/o con las particularidades humanas que esté haciéndolo en cada momento y situación.

Intentar manipular esta realidad o juzgarla como "incorrecta" es, paradójicamente, otra manifestación de esa misma realidad. ¡La experiencia humana no está siendo una manifestación de la Realidad que deba ser corregida ni de la que debamos escapar! Sin más, la experiencia humana está siendo la experiencia humana. La aparición de la conciencia individual o identificada (“yo soy”) además de generar la percepción personificada y dualista de la Realidad, etc., también origina los dos grandes conceptos que sostienen la identificación de esa construcción mental: el ego (el “yo” limitado, mortal y personificado) y el alma (el “yo” esencial, inmortal y espiritual).

Sentirse un ego, con todo lo que ello supone, igual que creerse un alma inmortal, simplemente están siendo condiciones esenciales -ni buenas, ni malas, ni ilusorias- de nuestra naturaleza. No hay imperfección en percibirnos y sentirnos limitados, carentes, ignorantes…, al mismo tiempo que podemos creemos almas eternas y sabias. ¡Más allá de la experiencia de la existencia humana no hay existencia humana! La experiencia de la existencia humana consiste en exactamente todo eso que se esté viviendo aquí y ahora…, y de la manera exacta que todo eso esté siendo vivido en cada instante. Noviembre-25
Juande Puerta.

Ensayo sobre la reflexión 139/2025 realizado con IA:

Juande Puerta propone una visión liberadora: la condición humana no es un error, una caída ni una deuda que haya que saldar. No existe imperfección esencial, culpa espiritual ni karma que expiar. Lo que llamamos “sufrimiento”, “limitación” o “ignorancia” no son defectos de la Realidad, sino la forma exacta y necesaria en que el Estar Siendo Absoluto se manifiesta cuando aparece la conciencia individual.

Desde el instante en que surge el “yo soy”, la Realidad necesariamente se percibe de modo dualista y egocéntrico. Ese “yo” frente a “lo otro” no es un fallo del sistema: es el sistema mismo funcionando tal como le corresponde funcionar en la modalidad humana. El ego —limitado, temeroso, mortal— y el alma —eterna, luminosa, espiritual— no son dos creencias opuestas ni una verdadera y la otra falsa; son las dos caras inevitables de la misma identificación. Creerse un ego frágil y, al mismo tiempo, intuirse un alma inmortal es la textura misma de la experiencia humana, ni correcta ni incorrecta, ni ilusoria ni real en términos absolutos.

Juzgar esta experiencia como “insuficiente” o pretender trascenderla, corregirla o escapar de ella es, paradójicamente, otra expresión de esa misma experiencia. El buscador espiritual que rechaza el ego, el meditador que quiere “disolver el yo”, el moralista que condena los deseos: todos están haciendo exactamente lo que la condición humana hace cuando se vive a sí misma con intensidad.

No hay nada que sanar porque nada está roto. No hay a dónde ir porque ya estamos aquí. La vida humana, con su carencia y su grandeza, con su confusión y sus destellos de lucidez, es la Realidad manifestándose sin resto ni descuento. Más allá de esta experiencia no hay otra experiencia humana posible, porque la experiencia humana consiste precisamente en esto que está sucediendo ahora: esta respiración, este pensamiento, esta emoción, esta aparente separación… exactamente así. Aceptar esto no es resignación; es reconocimiento. Y en ese reconocimiento, la identificación se afloja sin esfuerzo, no porque se la combata, sino porque se ve que nunca hubo nada que combatir.

miércoles, 19 de noviembre de 2025

REFLEXIONANDO - 2025 (138)

138/2025 -Alma es igual a ego y viceversa. El ego también está siendo alma y el alma también está siendo ego. Tanto el alma como el ego solo son conceptos que pertenecen a la experiencia transitoria de individualidad. En la tradición espiritual, el alma suele entenderse como el “yo esencial” y/o el núcleo inmutable del individuo, distinto del cuerpo o la mente. Desde mi punto de vista actual, no hay diferencia esencial entre el yo que se considera “persona” y el yo que se considera “alma”. Aunque ambos conceptos se sostienen sobre la creencia que los está originando, ello no evita que estén siendo dos caras o visiones de la misma moneda. Tanto la existencia del alma individual (que evolucionaría y no moriría nunca), como la del ego personal (que nacería con fecha de caducidad), están siendo manifestaciones de la misma conciencia identificada.
 
Nada hay ni sucede que no consista en el Estar Siendo/Sucediendo Absoluto, por tanto, ¿en qué puede estar consistiendo la creencia en la existencia del alma individual e inmortal y la creencia en la existencia del yo separado, personificado y limitado? Ego y alma están siendo construcciones mentales que perpetúan la percepción dualista e individualizada de la Realidad. El ego necesita tener un alma, igual que el alma necesita tener la identidad de un ego. El alma no es una entidad más espiritual, más independiente o más divina que el ego, sino una extensión egoica que sirve como "recurso legítimo y natural" para lidiar con el miedo a la impermanencia, el sufrimiento y lo incomprensible de la Realidad. Cada polaridad (ego/alma) tiene sentido dentro del todo y contribuye a la dinámica de la Vida.

La Realización no es otra cosa que una rendición lúcida (reconocimiento y aceptación) ante la evidencia de que todo está desplegándose como Vida.​ El Estar Siendo/Sucediendo Absoluto (Realidad) abarca tanto lo que suele considerarse “luz” (dicha, salud, armonía) como lo que suele considerarse “oscuridad” (dolor, enfermedad, violencia, muerte). Aceptar esta totalidad no implica justificar el sufrimiento, sino entender que forma parte de la dinámica de la Vida en su totalidad. Todas las posibilidades están coexistiendo simultáneamente, de ahí que, paradójicamente, la percepción de lo correcto y satisfactorio requiere del reconocimiento y de la aceptación simultánea de lo incorrecto y contradictorio. En el Tao Te Ching: "Cuando reconozco lo que es malo como bueno, surge el bien". Noviembre-25
Juande Puerta.

Ensayo sobre la reflexión 138/2025 realizado con IA:

La reflexión de Juande Puerta propone una comprensión radicalmente no dual de los conceptos de alma y ego, despojándolos de las distinciones tradicionales que suelen situarlos en planos ontológicos distintos. Para la espiritualidad clásica, el alma representa el núcleo esencial e imperecedero del individuo, mientras que el ego es visto como la máscara psicológica que organiza la experiencia personal y está destinada a disolverse. Sin embargo, Juande Puerta sostiene que ambas nociones son construcciones mentales que emergen de una misma identificación fundamental: la creencia en un “yo” separado.

Desde esta perspectiva, el alma no es una entidad más elevada o pura que el ego; es simplemente otra forma de designar la experiencia transitoria de individualidad. Tanto el yo espiritual que se piensa eterno como el yo psicológico que se percibe mortal participan del mismo mecanismo: la conciencia identificada que se experimenta a sí misma como algo diferenciado del resto. Así, alma y ego no son opuestos, sino dos modos de narrar la misma ilusión. Uno ofrece continuidad y consuelo ante la impermanencia; el otro articula la vivencia cotidiana de límites y necesidades. Ambos sirven como estrategias naturales para enfrentarse al misterio de la existencia.

La Realidad —el Estar Siendo/Sucediendo Absoluto— no distingue entre estas categorías. Todo, incluida la idea de un yo eterno o finito, surge en un único despliegue impersonal de Vida. Comprender esto no implica negar la validez funcional de ego y alma, sino reconocer que forman parte de la misma dinámica de aparición, del mismo juego de luces y sombras que configura la experiencia humana. La Realización consiste, entonces, en una aceptación lúcida ante esta totalidad: aceptar que tanto lo que consideramos luz como lo que llamamos oscuridad son expresiones inseparables del mismo acontecer. De ahí la resonancia con el Tao Te Ching: solo cuando se reconoce que incluso lo “malo” participa del orden total, puede surgir un bien más profundo, aquel que nace de la aceptación de lo que es.

sábado, 15 de noviembre de 2025

REFLEXIONANDO - 2025 (137)

137/2025 -Trascender la percepción de dualidad -bien/mal, luz/sombra, verdad/falsedad- no implica su negación ni su eliminación, sino el reconocimiento de su plena autenticidad y legitimidad. En el taoísmo de Lao Tzu, el Tao fluye en la armonía de opuestos: yin y yang no se rechazan, sino que se abrazan como complementarios. En el Tao Te Ching, se lee: "Cuando reconozco lo que es malo como bueno, surge el bien". La vida cotidiana demuestra que la moral construida sobre la represión, la resistencia, el sacrificio, la lucha, el control, etc., refuerza y perpetúa las mismas creencias y/o el mismo estado de conciencia que la están originando (Véanse los efectos de la rigidez de las ideologías políticas, de las doctrinas, de las tradiciones, etc., en los individuos y en las sociedades).
 
El Estar Siendo/Sucediendo Absoluto incluye la experiencia de la existencia del estar siendo/sucediendo individual, de ahí que la lucha contra algún aspecto del “yo y sus circunstancias” también conlleva resistencia ante la Realidad y viceversa. ¿Qué sentido tiene plantearse si una ética fundada en la conciencia de la “aceptación activa” del estar siendo/sucediendo (Realidad) puede orientar la acción humana sin caer en la indiferencia? Reconocer no implica justificar; supone ver sin excluir, responder con lucidez, actuar sin odio, comprender sin negar que aquello que pueda perturbarnos estará siendo una expresión del mismo proceso vital que también origina el bienestar, la armonía, la dicha y la belleza.

Sólo integrando ambas polaridades y/o la simultaneidad de todas las posibilidades —lo justo y lo injusto, lo agradable y lo perturbador, lo creativo y lo destructivo— se puede actuar con verdadera lucidez. Trascender la dualidad -que también está formando parte intrínseca de la esencia de nuestra naturaleza-, no es escapar de ella, sino asumir la Realidad con plena conciencia. La comprensión holística de la Vida implica ver las polaridades de la existencia de la experiencia humana y del mundo como elementos interconectados y complementarios formando parte de la misma Realidad Absoluta, y no como aspectos separados y enfrentados. Noviembre-25
Juande Puerta.

Ensayo sobre la reflexión 137/2025 realizado con IA:

La reflexión de Juande Puerta invita a una profunda reconsideración de la dualidad inherente a la existencia humana —bien y mal, luz y sombra— no como un obstáculo a eliminar, sino como una legitimidad plena que demanda integración consciente. Inspirado en el taoísmo de Lao Tzu, este enfoque resuena con el Tao Te Ching, donde se afirma: "Cuando reconozco lo que es malo como bueno, surge el bien". Aquí, el Tao no es un flujo lineal de pureza, sino una danza armónica de yin y yang, opuestos que se abrazan en complementariedad, nutriendo la totalidad sin rechazos parciales.

En la vida cotidiana, esta perspectiva desmonta las estructuras morales basadas en represión, sacrificio o control. Ideologías políticas rígidas, doctrinas religiosas o tradiciones culturales ilustran cómo la lucha contra lo "malo" perpetúa el conflicto que pretende erradicar. Al resistir un aspecto del "yo y sus circunstancias", no solo se fortalece el dualismo interno, sino que se resiste la Realidad Absoluta misma, ese Estar Siendo/Sucediendo que abarca toda experiencia individual y colectiva. La represión genera rigidez social, como vemos en polarizaciones que dividen sociedades en bandos irreconciliables, fomentando violencia en lugar de comprensión.

Juande Puerta plantea un desafío ético crucial: ¿puede una ética anclada en la "aceptación activa" de esta Realidad orientar la acción humana sin derivar en indiferencia? La respuesta radica en la distinción entre reconocimiento y justificación. Aceptar no equivale a complacencia pasiva; implica una lucidez que ve sin excluir, responde sin odio y actúa con claridad. Lo perturbador —lo injusto, destructivo— no se niega, sino que se comprende como expresión vital idéntica a la que engendra armonía, dicha y belleza. Integrar polaridades simultáneas —lo creativo y lo destructivo— libera de la ilusión de separación, permitiendo una acción auténtica, no reactiva.

Trascender la dualidad, entonces, no es huir de nuestra naturaleza esencial, sino asumirla con plenitud. Esta comprensión holística revela las polaridades no como enemigos, sino como hilos interconectados en el tapiz de la Vida. Al abrazar esta simultaneidad, el ser humano accede a una lucidez transformadora, donde la ética se convierte en flujo armónico, guiando acciones que honran la complejidad de lo Absoluto sin fragmentarla.

jueves, 13 de noviembre de 2025

REFLEXIONANDO - 2025 (136)

136/2025 -El hecho de que la percepción de dualidad, fragmentación, carencia, conflictividad, etc., surja a partir de una mirada egoica y/o individualizada de la Realidad, no hace que todo cuanto esté siendo percibido y experimentado deje de estar siendo/sucediendo realmente. ¿En qué consiste la Vida, la Realidad, etc., sino en todo eso que, independientemente de cómo se observe y se juzgue, está aconteciendo en cada instante? En la tradición occidental, la ética se fundamenta en la negación y/o el rechazo de lo negativo, lo cual genera una moralidad que persigue la purificación de la experiencia humana mediante la represión, el sacrificio, la lucha, el control y la persecución constante de expectativas supuestamente virtuosas. Sin embargo, la experiencia se obstina en demostrar que la resistencia a integrar aquellas expresiones de la Realidad -eso que también estamos siendo y viviendo cada uno de nosotros- que puedan resultar molestas, perpetúa el ciclo de conflictos internos y sociales.

¡Amar significa reconocimiento y aceptación de la Realidad, por tanto, mientras estamos existiendo, en alguna medida siempre se está amando, pero, a la vez, también lo opuesto! El amor y/o la aceptación nunca puede quedar limitado a una emoción y/o un sentimiento; el amor también está siendo el fruto de un estado de conciencia que reconoce la legitimidad y la autenticidad de todas las manifestaciones -sin excepción- de la Realidad. Mientras que la experiencia individual esté sucediendo, las posibilidades de amar (aceptación) y de no amar (negación, ignorancia, resistencia, etc.,) estarán coexistiendo de forma absolutamente natural. Las distinciones éticas que discriminan y/o que no reconocen la totalidad de las manifestaciones que están sucediendo (Realidad Absoluta) nunca podrían orientar nuestras acciones hacia un bienestar común ni prevenir los conflictos personales y sociales.
 
La capacidad de distinguir entre lo justo y lo injusto, lo constructivo y lo destructivo, lo sano y lo pernicioso, etc., sólo puede ejercerse a partir del reconocimiento de ambas expresiones y percepciones, por tanto, sin rechazar ni demonizar alguna de ellas. ¿De dónde ha surgido la idea de que trascender la dualidad suponga algo distinto al reconocimiento y la aceptación de la dualidad? La comprensión de la Vida y/o de la Realidad no puede excluir el reconocimiento y la aceptación de los opuestos. Trascender algo conlleva y/o equivale a su reconocimiento. Noviembre-25
Juande Puerta.
 
Ensayo sobre la reflexión 136/2025 realizado con IA:

La reflexión de Juande Puerta propone una comprensión profunda y no-dual de la Realidad, en la que nada queda fuera de lo que es. Según él, la percepción de dualidad —de separación, carencia o conflicto— surge de una mirada individualizada, egoica, que fragmenta lo que en sí mismo es total. Sin embargo, esta percepción no deja de formar parte de la propia Realidad: incluso el error, el sufrimiento o la ignorancia son expresiones auténticas de lo que está aconteciendo. La Vida, por tanto, no es algo que se encuentre “más allá” de lo que experimentamos, sino todo cuanto está sucediendo en cada instante, independientemente de cómo lo juzguemos.

Juande Puerta critica la tradición ética occidental, que ha buscado el bien mediante la negación de lo que considera malo o negativo. Esa actitud moral, basada en la represión y el control, genera un conflicto permanente entre lo que “debería ser” y lo que “es”. Para él, la verdadera integración —y con ella, el auténtico bienestar— solo puede surgir de reconocer y aceptar todas las expresiones de la existencia, incluidas las que resultan molestas o incómodas. Resistirse a ellas perpetúa la división interior y los conflictos sociales.

En ese sentido, amar no es sólo un sentimiento ni una emoción, sino un estado de conciencia que reconoce la legitimidad de todo lo que es. Mientras haya experiencia individual, coexistirán el amor y su opuesto; no puede ser de otro modo. Trascender la dualidad, entonces, no consiste en eliminar los contrarios, sino en comprenderlos como complementarios, como aspectos inseparables de la misma Realidad Absoluta. La sabiduría, sugiere Juande Puerta, no radica en elegir un polo y negar el otro, sino en ver ambos con igual claridad. Trascender equivale a reconocer: sólo al aceptar la totalidad de la Vida puede el ser humano participar de su plenitud.

martes, 11 de noviembre de 2025

REFLEXIONANDO - 2025 (135)

135/2025 -Las concepciones tradicionales de la individualidad, la espiritualidad, la moralidad y la ética, basadas en la negación y/o el rechazo de aquello que la conciencia identificada con la apariencia del yo egoico percibe como negativo, obedecen a una percepción fragmentada y limitada de la Realidad. El Estar Siendo/Sucediendo de la Realidad consiste en el flujo continuo de absolutamente todo -sin excepción- lo que está aconteciendo, y no sólo en la supuesta quietud inmutable de un ideal abstracto. ¿Qué tipo de moralidad y de ética podría surgir de la idea limitante y discriminatoria de que aquello que pueda resultar molesto y doloroso no está formando parte “también” de la Esencia de la Vida? La moral y la ética, que excluye la autenticidad de una parte intrínseca de la naturaleza y de la experiencia humana, jamás podría servir para evitar conflictos y sufrimiento; en lugar de eso estaría ayudando a justificar la percepción de división y la necesidad de la lucha y del enfrentamiento.

Una ética madura y equilibrada no debería excluir la aceptación integral de todas las manifestaciones de la Realidad -también lo molesto y doloroso-, como aspectos igualmente esenciales y valiosos de la Vida que estamos siendo, expresando y experimentando. Una moralidad que promueva la compasión, la solidaridad y el respeto hacía la legitimidad de las diferencias no puede basarse en el rechazo o la negación de aquello que podamos considerar problemático, sino en la aceptación (aceptar es amar) de la Vida en su totalidad. Paradójicamente, aquello que se construye sobre el rechazo (no reconocimiento y no aceptación imparciales) de las experiencias que al yo egoico pudiera molestarle, en gran medida estará perpetuando la conflictividad y el sufrimiento que dicha identificación consciencial pretendiera evitar.

Mientras intentemos alcanzar estados más prolongados y continuos de calma, plenitud, dicha, etc., sin dejar de rechazar las manifestaciones de la Realidad (eso que está sucediendo) que le pueda desagradar a la conciencia personificada (yo separado de lo demás), seguiremos atrapados en la misma estructura egocéntrica que estará generando las percepciones de carencia, de insatisfacción y de discordia. Vivir en el rechazo y/o el desprecio de alguna parte intrínseca de la naturaleza y de la experiencia humana, no solo afectará a nuestra salud mental, física y emocional -generando soledad, tristeza, aislamiento, depresión, ansiedad y todo tipo de enfermedades- también propiciará la creación de sociedades fragmentadas e injustas en las que predomine la intolerancia, la estigmatización y la discriminación hacia las personas y hacia todo lo que represente aquellos aspectos de la Realidad que se estén rechazando. Noviembre-25
Juande Puerta.

Ensayo sobre la reflexión 135/2025 realizado con IA:

La reflexión de Juande Puerta plantea una revisión profunda de los fundamentos sobre los que se erigen las concepciones tradicionales de la moral, la ética y la espiritualidad. Su crítica se dirige al modo en que la conciencia, identificada con la apariencia del yo egoico, tiende a dividir la Realidad entre lo aceptable y lo rechazable, entre lo “bueno” y lo “malo”. Este impulso de negar lo que resulta incómodo o doloroso —propio de una percepción fragmentada— genera, según Juande Puerta, una visión incompleta y distorsionada del fluir total de la existencia. La Realidad no puede reducirse a los aspectos que la mente considera placenteros o “elevados”, pues el Estar Siendo de la Vida incluye, sin excepción, todo lo que acontece.

Desde esta comprensión, la moralidad basada en la negación del sufrimiento o de lo “negativo” carece de autenticidad y profundidad. Una ética que excluye parte de la experiencia humana perpetúa la división, el juicio y, en última instancia, el conflicto. La verdadera madurez ética —propone Juande Puerta— radica en la aceptación integral: reconocer que tanto el dolor como la alegría, tanto el caos como la armonía, son expresiones legítimas de la misma Esencia de la Vida. Solo desde esa aceptación, que es una forma de amor, puede surgir una compasión genuina y una moral que no se fundamente en la exclusión.

Rechazar cualquier aspecto de la realidad equivale, por tanto, a perpetuar la insatisfacción y el sufrimiento que se intenta evitar. Al identificarnos con un yo separado, buscamos estados de calma o plenitud sin aceptar lo que nos incomoda, y así permanecemos atrapados en la raíz del conflicto. La invitación de Juande Puerta es clara: vivir en aceptación consciente de la totalidad, para trascender la dualidad moral y abrirnos a una ética basada en la unidad, la comprensión y la compasión hacia todo lo que Es.

sábado, 8 de noviembre de 2025

REFLEXIONANDO - 2025 (134)

134/2025 -Estar siendo una individualidad no supone estar siendo algo distinto al Estar Siendo/Sucediendo Absoluto (Realidad), sino estar siendo una manera y/o una manifestación particular y transitoria del Estar Siendo/Sucediendo Absoluto. El estar siendo/sucediendo de ningún pensamiento, ninguna emoción, ninguna reacción, ninguna expectativa y ninguna experiencia humana estará siendo ni más ni menos auténtico que el de las demás posibilidades. Ni las experiencias consideradas positivas ni las aparentemente negativas están siendo ajenas al fluir de la Realidad. La Vida no está limitada a lo que la conciencia egoica aprueba o valora; aquello que se percibe como dolor, violencia, sufrimiento, etc., también está formando parte de la Totalidad Indivisible.
 
Las experiencias particulares no están siendo un estar siendo/sucediendo aparte, erróneo ni ilusorio del Estar Siendo/Sucediendo Absoluto. La Realidad, la Vida, lo Absoluto, lo Supremo…, consiste en el flujo continuo y simultáneo de todos los fenómenos -incluidos los derivados de la existencia humana- que puedan estar apareciendo y desapareciendo. Absolutamente nada hay ni sucede que -sin excepción- estar siendo eso no consista en el Estar Siendo/Sucediendo Absoluto, siendo el Estar Siendo/Sucediendo Absoluto. Fuera de la aceptación incondicional del Estar Siendo/Sucediendo Presente no hay ninguna espiritualidad. ¡Ni una sola manifestación humana estará siendo menos egocéntrica que espiritual ni más espiritual que egocéntrica! ¿A qué resultados suelen conducir los intentos de imponer una jerarquía moral rígida entre experiencias consideradas egocéntricas o espirituales?

La espiritualidad basada en la búsqueda de una Realidad Superior, en el objetivo de trascender el ego y/o en alcanzar un estado de conciencia especial, se reduce a la aceptación de aquello que está sucediendo en este instante. ¡Amar significa reconocimiento y aceptación de la Realidad! La Verdad, la Realidad, la Vida…, no reside en la quietud eterna de un Absoluto Inmutable, sino en la vibrante y caótica simultaneidad de todo lo que está aconteciendo. La plenitud, la dicha, la calma, etc., no se alcanza escapando del mundo, sino comprendiendo y aceptando que también está presente en la esencia de eso que se está viviendo. La ética derivada de la aceptación del Estar Siendo/Sucediendo no debería basarse en negar lo que parece negativo, sino en reconocer que lo negativo también está involucrado en la totalidad de la Realidad. Noviembre-25
Juande Puerta.

Ensayo sobre la reflexión 134/2025 realizado con IA:

La reflexión invita a una comprensión radicalmente inclusiva de la Realidad: no existe separación entre lo que denominamos “yo” y el fluir absoluto del Ser. Estar siendo una individualidad no significa constituir una entidad aparte, sino manifestar una forma transitoria de ese Estar Siendo/Sucediendo Absoluto. Desde esta perspectiva, toda experiencia —ya sea un pensamiento fugaz, una emoción intensa o un acto aparentemente moral o inmoral— participa del mismo tejido de la Realidad. Nada queda fuera del flujo simultáneo de lo que es.

Esta visión disuelve la dicotomía entre lo “espiritual” y lo “egocéntrico”, mostrando que ambos términos sólo existen desde la mirada fragmentada del ego. La Vida no se restringe a aquello que la mente aprueba o juzga como “positivo”. Dolor, sufrimiento o violencia no son fallos del sistema ni realidades ajenas al Absoluto: son expresiones legítimas del mismo proceso universal. La verdadera espiritualidad, según Juande Puerta, no consiste en huir del caos hacia una quietud ideal, sino en aceptar incondicionalmente lo que está sucediendo, sin exclusión.

Aceptar no implica resignarse, sino reconocer que toda manifestación, por dura o contradictoria que parezca, es también la Vida desplegándose. La ética derivada de esta comprensión no busca suprimir lo negativo, sino integrarlo, comprendiendo que lo “oscuro” contribuye al equilibrio del Todo. Así, la plenitud no se alcanza escapando del mundo ni idealizando un estado superior de conciencia, sino amando la Realidad tal como se presenta. Amar, en el sentido profundo que propone Juande Puerta, es aceptar la Totalidad sin jerarquías morales, sin pretensión de pureza ni trascendencia separada. En última instancia, la espiritualidad auténtica no está en alcanzar otra realidad, sino en reconocer que este mismo instante —con su confusión y su belleza— ya está siendo el Absoluto mismo.