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miércoles, 3 de diciembre de 2025

REFLEXIONANDO - 2025 (144)

144/2025 -El reconocimiento y la aceptación “conscientes” de todo lo que está aconteciendo (Estar Siendo Realidad Absoluta) no eliminará el dolor, el juicio, la contradicción, la corrupción, etc., pero permitirá vivir esas experiencias de la realidad cotidiana con más lucidez y menos sufrimiento añadido por la idea de que “eso no debería de estar sucediendo”. Creer que la aceptación de todo cuanto está siendo/sucediendo (Realidad) podría excluir la acción y la ética, sería como creer que la manifestación de la Realidad podría eliminar la manifestación de la Realidad. La aceptación “consciente y/o lúcida” de todo lo que está siendo/sucediendo en cada instante (Realidad) no eliminará el impulso natural de actuar, indignarse, preocuparse, cuidar o transformar, pero ayudará a limpiar el filtro egoico que pudiera estar deformando su percepción.
 
Puesto que todo -sin excepción- está siendo manifestación del Estar Siendo/Sucediendo Absoluto, entonces también está siendo el sufrimiento, la ignorancia, la ansiedad, el miedo…, así como los deseos de disfrutar, de prosperar y de denunciar injusticias. La aceptación “consciente y lúcida” de todo cuanto está siendo/sucediendo -comenzando por el de nuestra propia existencia- incluye también la posibilidad de decir “no”, de poner límites, de transformar estructuras injustas, de revisar errores, etc., sin eliminar nada de la integridad de la Realidad. La actitud victimista de negar y/o de rechazar “lo que está siendo/sucediendo” (Realidad), así como la de culpabilizar a la Realidad de estar siendo la Realidad, no suprimirá la parte de responsabilidad que corresponda a la elección de nuestras manifestaciones.

Muchas transformaciones históricas —abolición de la esclavitud, derechos civiles, equidad de género, etc.,— no surgieron tanto del rechazo de los estados de cosas injustos, como del “reconocimiento y la aceptación conscientes” de la injusticia de todas esas expresiones. Algunos cambios personales y sociales pueden nacer del rechazo a la infelicidad, la enfermedad, la injusticia, etc., pero eso no sería posible sin el acto anterior, más profundo y complejo, de “reconocer y aceptar conscientemente” el estar siendo/sucediendo de eso que se desea transformar. Reconocer y aceptar conscientemente no significa justificar ciegamente. El egocentrismo, la indignación, el deseo de progreso, el impulso de frenar una injusticia y el resto de “todas” las posibles manifestaciones humanas también están siendo expresiones y actualizaciones naturales de la Realidad Absoluta. Diciembre-25
Juande Puerta.

Ensayo sobre la reflexión 144/2025 realizado con IA:

La reflexión de Juande Puerta plantea una comprensión profunda de la aceptación como un acto lúcido y consciente frente a la realidad que acontece en cada instante. Aceptar no implica negar el dolor, la contradicción o el juicio; por el contrario, supone permitir que estas expresiones de la experiencia se manifiesten sin añadir el sufrimiento extra que proviene de la resistencia mental —esa voz que insiste en que “esto no debería estar ocurriendo”. La aceptación lúcida desmonta esa fricción innecesaria y abre un espacio de presencia más transparente.

Lejos de anular la acción o la ética, esta actitud de reconocimiento permite que las respuestas humanas —indignarse, preocuparse, cuidar, proteger o transformar— emerjan desde un lugar menos condicionado por las distorsiones del ego. Juande Puerta señala que si todo forma parte de la manifestación de la Realidad Absoluta, entonces también lo son las emociones consideradas “negativas”, así como los impulsos de mejora, justicia y crecimiento. No hay exclusiones: todo lo que aparece pertenece al mismo tejido.

Aceptar conscientemente, por tanto, no es pasividad ni justificación. Es un modo más honesto de situarse ante lo real, que incluye la posibilidad de decir “no”, de poner límites saludables y de impulsar transformaciones individuales y colectivas. La negación victimista de lo que sucede —o la tendencia a culpar a la propia Realidad— no elimina la responsabilidad inherente a nuestras elecciones y manifestaciones.

La historia confirma esta visión: grandes cambios sociales no surgieron sólo del rechazo a la injusticia, sino del reconocimiento lúcido de esa injusticia como parte de lo que estaba siendo, un reconocimiento que permitió actuar con claridad y firmeza. Así, la aceptación consciente se revela como el punto de partida desde el cual la Realidad, a través de cada uno de nosotros, puede actualizar nuevas formas más justas, compasivas y coherentes consigo misma.

miércoles, 19 de noviembre de 2025

REFLEXIONANDO - 2025 (138)

138/2025 -Alma es igual a ego y viceversa. El ego también está siendo alma y el alma también está siendo ego. Tanto el alma como el ego solo son conceptos que pertenecen a la experiencia transitoria de individualidad. En la tradición espiritual, el alma suele entenderse como el “yo esencial” y/o el núcleo inmutable del individuo, distinto del cuerpo o la mente. Desde mi punto de vista actual, no hay diferencia esencial entre el yo que se considera “persona” y el yo que se considera “alma”. Aunque ambos conceptos se sostienen sobre la creencia que los está originando, ello no evita que estén siendo dos caras o visiones de la misma moneda. Tanto la existencia del alma individual (que evolucionaría y no moriría nunca), como la del ego personal (que nacería con fecha de caducidad), están siendo manifestaciones de la misma conciencia identificada.
 
Nada hay ni sucede que no consista en el Estar Siendo/Sucediendo Absoluto, por tanto, ¿en qué puede estar consistiendo la creencia en la existencia del alma individual e inmortal y la creencia en la existencia del yo separado, personificado y limitado? Ego y alma están siendo construcciones mentales que perpetúan la percepción dualista e individualizada de la Realidad. El ego necesita tener un alma, igual que el alma necesita tener la identidad de un ego. El alma no es una entidad más espiritual, más independiente o más divina que el ego, sino una extensión egoica que sirve como "recurso legítimo y natural" para lidiar con el miedo a la impermanencia, el sufrimiento y lo incomprensible de la Realidad. Cada polaridad (ego/alma) tiene sentido dentro del todo y contribuye a la dinámica de la Vida.

La Realización no es otra cosa que una rendición lúcida (reconocimiento y aceptación) ante la evidencia de que todo está desplegándose como Vida.​ El Estar Siendo/Sucediendo Absoluto (Realidad) abarca tanto lo que suele considerarse “luz” (dicha, salud, armonía) como lo que suele considerarse “oscuridad” (dolor, enfermedad, violencia, muerte). Aceptar esta totalidad no implica justificar el sufrimiento, sino entender que forma parte de la dinámica de la Vida en su totalidad. Todas las posibilidades están coexistiendo simultáneamente, de ahí que, paradójicamente, la percepción de lo correcto y satisfactorio requiere del reconocimiento y de la aceptación simultánea de lo incorrecto y contradictorio. En el Tao Te Ching: "Cuando reconozco lo que es malo como bueno, surge el bien". Noviembre-25
Juande Puerta.

Ensayo sobre la reflexión 138/2025 realizado con IA:

La reflexión de Juande Puerta propone una comprensión radicalmente no dual de los conceptos de alma y ego, despojándolos de las distinciones tradicionales que suelen situarlos en planos ontológicos distintos. Para la espiritualidad clásica, el alma representa el núcleo esencial e imperecedero del individuo, mientras que el ego es visto como la máscara psicológica que organiza la experiencia personal y está destinada a disolverse. Sin embargo, Juande Puerta sostiene que ambas nociones son construcciones mentales que emergen de una misma identificación fundamental: la creencia en un “yo” separado.

Desde esta perspectiva, el alma no es una entidad más elevada o pura que el ego; es simplemente otra forma de designar la experiencia transitoria de individualidad. Tanto el yo espiritual que se piensa eterno como el yo psicológico que se percibe mortal participan del mismo mecanismo: la conciencia identificada que se experimenta a sí misma como algo diferenciado del resto. Así, alma y ego no son opuestos, sino dos modos de narrar la misma ilusión. Uno ofrece continuidad y consuelo ante la impermanencia; el otro articula la vivencia cotidiana de límites y necesidades. Ambos sirven como estrategias naturales para enfrentarse al misterio de la existencia.

La Realidad —el Estar Siendo/Sucediendo Absoluto— no distingue entre estas categorías. Todo, incluida la idea de un yo eterno o finito, surge en un único despliegue impersonal de Vida. Comprender esto no implica negar la validez funcional de ego y alma, sino reconocer que forman parte de la misma dinámica de aparición, del mismo juego de luces y sombras que configura la experiencia humana. La Realización consiste, entonces, en una aceptación lúcida ante esta totalidad: aceptar que tanto lo que consideramos luz como lo que llamamos oscuridad son expresiones inseparables del mismo acontecer. De ahí la resonancia con el Tao Te Ching: solo cuando se reconoce que incluso lo “malo” participa del orden total, puede surgir un bien más profundo, aquel que nace de la aceptación de lo que es.

jueves, 23 de octubre de 2025

REFLEXIONANDO - 2025 (127)

127/2025 -La pretensión humana de limitar la plenitud a lo "positivo y/o a los deseos de cada uno" es como pedirle al cosmos que ignore la gravedad para que podamos saltar más alto cuando nos apetezca. La Realidad consiste en todo cuanto está sucediendo, por tanto, incluye el éxito y el error, el deseo de cambio y la resistencia, la dicha y la frustración. El yo victimizado, al no reconocer y aceptar que a la vez también está siendo parte activa e inseparable de la totalidad, divide el mundo en bandos opuestos. El reconocimiento de la plenitud que está manifestándose en cada instante, situación, pensamiento, emoción, acto y expectativa no exige lucha ni iluminación mística, sino honestidad consigo mismo y con el resto de las manifestaciones de la vida.
 
Negar la plenitud inherente en aquella manifestación de la vida que pudiera percibirse como molesta o contraria a los deseos de cualquiera de nosotros no cambiaría que el resultado de esa actitud continuase siendo una expresión igual de legítima y plena que las demás. Estar siendo la Vida, el Universo, la Realidad, etc., incluye el estar sucediendo de las preferencias egocéntricas o particulares de cada estar siendo/sucediendo humano, pero, a la vez, -sin excepción ni filtros- también el resto de las posibilidades que están siendo manifestadas en cada instante. La Vida está revelándose plenamente en cada mínimo detalle, de ahí que los efectos indeseables que suele generar la victimización y la exclusión egoica no estarán siendo un error ni una excepción.

La aceptación y el reconocimiento “consciente y voluntario” de que absolutamente todo -desde lo más insignificante y personal hasta lo más trascendental y universal- cuanto esté aconteciendo en cualquier instante y situación estará consistiendo en el Estar Siendo/Sucediendo Absoluto, no puede excluir el reconocimiento y la aceptación “consciente y voluntaria” de que el sufrimiento, la violencia, la enfermedad, la ignorancia, la ira, la tristeza, la muerte, etc., también estarán siendo manifestaciones naturales del Estar Siendo/sucediendo Absoluto. Cuando se comprende que nunca hay ni sucede nada fuera del Estar Siendo/Sucediendo Absoluto, también comienza a disolverse la idea de que aquello que el ego rechaza estará siendo algo ajeno o contrario a la Vida. Octubre-25
Juande Puerta.

Ensayo sobre la reflexión 127/2025 realizado con IA:

En su reflexión, Juande Puerta propone una comprensión radical de la Realidad: todo cuanto existe, sin excepción, forma parte de la plenitud de la Vida. No hay fragmentos fuera de lo Absoluto ni errores que corregir. La plenitud no se limita a lo que el ego considera positivo, luminoso o deseable, sino que abarca también el dolor, la frustración, la enfermedad, la violencia o la muerte. En esta visión no dual, la Vida se está revelando plenamente en cada mínimo detalle, y por tanto, incluso lo que el pensamiento califica como “indeseable” está siendo manifestación legítima del Ser.

Juande Puerta denuncia la pretensión humana de reducir la Realidad a los propios deseos y expectativas, comparándola con pedirle al cosmos que suspenda la gravedad para saltar más alto. El ego, al dividir el mundo entre lo que aprueba y lo que rechaza, genera una falsa dualidad y alimenta la sensación de separación. Pero cuando se reconoce que nada ocurre fuera del Estar Siendo Absoluto, esa división se disuelve: no hay un “yo” separado del resto de las manifestaciones de la Vida.

Aceptar conscientemente esta totalidad no implica justificar el sufrimiento, sino comprender que incluso el rechazo, la resistencia y la ignorancia son expresiones de la misma Realidad. La plenitud no depende de alcanzar un estado especial de conciencia, sino de mirar con honestidad lo que ya está siendo. Así, el reconocimiento de la unidad no requiere lucha ni iluminación mística, sino una rendición lúcida ante la evidencia de que todo —el placer y el dolor, la dicha y la tristeza— está siendo la Vida desplegándose en sí misma. En última instancia, Juande Puerta nos invita a ver que la Realidad no necesita ser completada: está cumpliéndose en cada instante, tal como está siendo.

viernes, 19 de septiembre de 2025

REFLEXIONANDO - 2025 (113)

113/2025 -¿Cómo ver que “siempre todo” está consistiendo en Estar Siendo Realidad Absoluta, cuando se mira con la mirada de que el estar siendo propio consiste en estar siendo algo aparte y/o diferente? Paradójicamente, la búsqueda humana de la Verdad parte de la duda, la negación y el rechazo a la evidencia inapelable de que la Verdad Absoluta consiste en exactamente todo eso que -comenzando por el sí mismo personal- está siendo/sucediendo en cada aquí y ahora. La Verdad, la Realidad, la Vida, la Conciencia Universal, etc., nunca podría estar oculta ni disfrazada, pues no hay ni sucede nada que no consista en su Estar Siendo/Sucediendo absolutamente genuino y pleno. La Divinidad, la Conciencia Universal, la Realidad Absoluta…, jamás podría estar siendo una entidad estática con atributos supremos, sino el flujo dinámico de cada aquí y ahora.

La vida ordinaria, con su multiplicidad de formas y circunstancias, ya está siendo la expresión total y directa de lo divino, de ahí que su percepción y su experimentación no precise de una búsqueda especial. Paradójicamente, aquellos personajes, doctrinas y filosofías, que sostienen la idea de la no-dualidad de la Realidad, también suelen estar entre los que más dualidad perciben formando parte de su existencia. No-dos significa que absolutamente todo -independientemente de cómo se perciba, valore e identifique la existencia de cada particularidad- está siendo el mismo Estar Siendo/Sucediendo Absoluto. Lo Absoluto, lo Supremo, etc., no es una entidad trascendente, fija o separada del mundo, sino el mismo fluir de absolutamente todo lo que está aconteciendo. ¡Lo Absoluto está presente en todo sin excepción, porque consiste en el estar siendo/sucediendo de todo sin excepción!

Nunca ha habido y nunca habrá una divinidad y/o una Realidad Absoluta estática y eterna, ajena a cualquier tipo -incluido el humano- de acontecer. Por mucho que nos perturbe reconocerlo y aceptarlo, el sufrimiento, la enfermedad, la violencia y la muerte están siendo manifestaciones del mismo Estar Siendo/Sucediendo Absoluto que, a la vez, también está manifestándose en el resto de las posibilidades y opciones de la experiencia humana cotidiana. Pensar y/o creer que la aceptación de que no existe ni sucede nada, que no esté consistiendo en una expresión del Estar Siendo/Sucediendo Absoluto, podría eliminar el juicio ético, la responsabilidad de nuestras decisiones y la capacidad de mejorar las condiciones de vida, resulta ridículo, pues, ¿de dónde surge y/o qué está haciendo posible la materialización constante de esas capacidades humanas? Septiembre-25
Juande Puerta.

Ensayo sobre la reflexión 113/2025 realizado con IA:

La reflexión de Juande Puerta nos sitúa ante una paradoja fundamental: la búsqueda de la Verdad Absoluta suele comenzar desde la duda, la desconfianza y el rechazo, cuando en realidad lo Absoluto está siempre presente, en todo lo que ocurre, sin excepción. El ser humano, al identificarse con un “yo” separado, tiende a concebir la realidad como un conjunto de cosas diferenciadas, ajenas unas de otras. Sin embargo, desde la perspectiva del Estar Siendo Absoluto, no hay nada aparte: todo lo que sucede —incluido el sí mismo personal— está siendo expresión plena de lo divino.

Lo esencial aquí es comprender que lo Absoluto no es una entidad fija, trascendente o distante, sino el flujo dinámico de cada instante. Cada acontecimiento, por cotidiano o doloroso que parezca, ya está siendo la manifestación directa de la Realidad Suprema. De este modo, no es necesario emprender búsquedas espirituales extraordinarias: basta con reconocer que la vida ordinaria, con su diversidad de formas y circunstancias, ya está siendo la expresión total de la divinidad.

La aparente contradicción surge cuando incluso discursos que sostienen la no-dualidad caen en la trampa de concebirla desde una mirada dualista. Pero “no-dos” significa que absolutamente todo, sin distinción de valor, juicio o percepción, está consistiendo en el mismo Estar Siendo Absoluto. Así, tanto la belleza como el sufrimiento, tanto la salud como la enfermedad, tanto la creación como la destrucción, forman parte inseparable de ese fluir natural y universal.

Aceptar esto no implica caer en la indiferencia ética o renunciar a la responsabilidad. Al contrario, nuestras decisiones, nuestra capacidad de transformar y mejorar la vida, también son manifestaciones del mismo Absoluto. Pretender lo contrario sería negar el origen mismo de esas facultades humanas. En suma, ver la Realidad desde esta perspectiva significa reconocer que la Verdad nunca ha estado oculta: siempre está aconteciendo en todo lo que es y sucede.