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miércoles, 19 de noviembre de 2025

REFLEXIONANDO - 2025 (138)

138/2025 -Alma es igual a ego y viceversa. El ego también está siendo alma y el alma también está siendo ego. Tanto el alma como el ego solo son conceptos que pertenecen a la experiencia transitoria de individualidad. En la tradición espiritual, el alma suele entenderse como el “yo esencial” y/o el núcleo inmutable del individuo, distinto del cuerpo o la mente. Desde mi punto de vista actual, no hay diferencia esencial entre el yo que se considera “persona” y el yo que se considera “alma”. Aunque ambos conceptos se sostienen sobre la creencia que los está originando, ello no evita que estén siendo dos caras o visiones de la misma moneda. Tanto la existencia del alma individual (que evolucionaría y no moriría nunca), como la del ego personal (que nacería con fecha de caducidad), están siendo manifestaciones de la misma conciencia identificada.
 
Nada hay ni sucede que no consista en el Estar Siendo/Sucediendo Absoluto, por tanto, ¿en qué puede estar consistiendo la creencia en la existencia del alma individual e inmortal y la creencia en la existencia del yo separado, personificado y limitado? Ego y alma están siendo construcciones mentales que perpetúan la percepción dualista e individualizada de la Realidad. El ego necesita tener un alma, igual que el alma necesita tener la identidad de un ego. El alma no es una entidad más espiritual, más independiente o más divina que el ego, sino una extensión egoica que sirve como "recurso legítimo y natural" para lidiar con el miedo a la impermanencia, el sufrimiento y lo incomprensible de la Realidad. Cada polaridad (ego/alma) tiene sentido dentro del todo y contribuye a la dinámica de la Vida.

La Realización no es otra cosa que una rendición lúcida (reconocimiento y aceptación) ante la evidencia de que todo está desplegándose como Vida.​ El Estar Siendo/Sucediendo Absoluto (Realidad) abarca tanto lo que suele considerarse “luz” (dicha, salud, armonía) como lo que suele considerarse “oscuridad” (dolor, enfermedad, violencia, muerte). Aceptar esta totalidad no implica justificar el sufrimiento, sino entender que forma parte de la dinámica de la Vida en su totalidad. Todas las posibilidades están coexistiendo simultáneamente, de ahí que, paradójicamente, la percepción de lo correcto y satisfactorio requiere del reconocimiento y de la aceptación simultánea de lo incorrecto y contradictorio. En el Tao Te Ching: "Cuando reconozco lo que es malo como bueno, surge el bien". Noviembre-25
Juande Puerta.

Ensayo sobre la reflexión 138/2025 realizado con IA:

La reflexión de Juande Puerta propone una comprensión radicalmente no dual de los conceptos de alma y ego, despojándolos de las distinciones tradicionales que suelen situarlos en planos ontológicos distintos. Para la espiritualidad clásica, el alma representa el núcleo esencial e imperecedero del individuo, mientras que el ego es visto como la máscara psicológica que organiza la experiencia personal y está destinada a disolverse. Sin embargo, Juande Puerta sostiene que ambas nociones son construcciones mentales que emergen de una misma identificación fundamental: la creencia en un “yo” separado.

Desde esta perspectiva, el alma no es una entidad más elevada o pura que el ego; es simplemente otra forma de designar la experiencia transitoria de individualidad. Tanto el yo espiritual que se piensa eterno como el yo psicológico que se percibe mortal participan del mismo mecanismo: la conciencia identificada que se experimenta a sí misma como algo diferenciado del resto. Así, alma y ego no son opuestos, sino dos modos de narrar la misma ilusión. Uno ofrece continuidad y consuelo ante la impermanencia; el otro articula la vivencia cotidiana de límites y necesidades. Ambos sirven como estrategias naturales para enfrentarse al misterio de la existencia.

La Realidad —el Estar Siendo/Sucediendo Absoluto— no distingue entre estas categorías. Todo, incluida la idea de un yo eterno o finito, surge en un único despliegue impersonal de Vida. Comprender esto no implica negar la validez funcional de ego y alma, sino reconocer que forman parte de la misma dinámica de aparición, del mismo juego de luces y sombras que configura la experiencia humana. La Realización consiste, entonces, en una aceptación lúcida ante esta totalidad: aceptar que tanto lo que consideramos luz como lo que llamamos oscuridad son expresiones inseparables del mismo acontecer. De ahí la resonancia con el Tao Te Ching: solo cuando se reconoce que incluso lo “malo” participa del orden total, puede surgir un bien más profundo, aquel que nace de la aceptación de lo que es.

martes, 11 de noviembre de 2025

REFLEXIONANDO - 2025 (135)

135/2025 -Las concepciones tradicionales de la individualidad, la espiritualidad, la moralidad y la ética, basadas en la negación y/o el rechazo de aquello que la conciencia identificada con la apariencia del yo egoico percibe como negativo, obedecen a una percepción fragmentada y limitada de la Realidad. El Estar Siendo/Sucediendo de la Realidad consiste en el flujo continuo de absolutamente todo -sin excepción- lo que está aconteciendo, y no sólo en la supuesta quietud inmutable de un ideal abstracto. ¿Qué tipo de moralidad y de ética podría surgir de la idea limitante y discriminatoria de que aquello que pueda resultar molesto y doloroso no está formando parte “también” de la Esencia de la Vida? La moral y la ética, que excluye la autenticidad de una parte intrínseca de la naturaleza y de la experiencia humana, jamás podría servir para evitar conflictos y sufrimiento; en lugar de eso estaría ayudando a justificar la percepción de división y la necesidad de la lucha y del enfrentamiento.

Una ética madura y equilibrada no debería excluir la aceptación integral de todas las manifestaciones de la Realidad -también lo molesto y doloroso-, como aspectos igualmente esenciales y valiosos de la Vida que estamos siendo, expresando y experimentando. Una moralidad que promueva la compasión, la solidaridad y el respeto hacía la legitimidad de las diferencias no puede basarse en el rechazo o la negación de aquello que podamos considerar problemático, sino en la aceptación (aceptar es amar) de la Vida en su totalidad. Paradójicamente, aquello que se construye sobre el rechazo (no reconocimiento y no aceptación imparciales) de las experiencias que al yo egoico pudiera molestarle, en gran medida estará perpetuando la conflictividad y el sufrimiento que dicha identificación consciencial pretendiera evitar.

Mientras intentemos alcanzar estados más prolongados y continuos de calma, plenitud, dicha, etc., sin dejar de rechazar las manifestaciones de la Realidad (eso que está sucediendo) que le pueda desagradar a la conciencia personificada (yo separado de lo demás), seguiremos atrapados en la misma estructura egocéntrica que estará generando las percepciones de carencia, de insatisfacción y de discordia. Vivir en el rechazo y/o el desprecio de alguna parte intrínseca de la naturaleza y de la experiencia humana, no solo afectará a nuestra salud mental, física y emocional -generando soledad, tristeza, aislamiento, depresión, ansiedad y todo tipo de enfermedades- también propiciará la creación de sociedades fragmentadas e injustas en las que predomine la intolerancia, la estigmatización y la discriminación hacia las personas y hacia todo lo que represente aquellos aspectos de la Realidad que se estén rechazando. Noviembre-25
Juande Puerta.

Ensayo sobre la reflexión 135/2025 realizado con IA:

La reflexión de Juande Puerta plantea una revisión profunda de los fundamentos sobre los que se erigen las concepciones tradicionales de la moral, la ética y la espiritualidad. Su crítica se dirige al modo en que la conciencia, identificada con la apariencia del yo egoico, tiende a dividir la Realidad entre lo aceptable y lo rechazable, entre lo “bueno” y lo “malo”. Este impulso de negar lo que resulta incómodo o doloroso —propio de una percepción fragmentada— genera, según Juande Puerta, una visión incompleta y distorsionada del fluir total de la existencia. La Realidad no puede reducirse a los aspectos que la mente considera placenteros o “elevados”, pues el Estar Siendo de la Vida incluye, sin excepción, todo lo que acontece.

Desde esta comprensión, la moralidad basada en la negación del sufrimiento o de lo “negativo” carece de autenticidad y profundidad. Una ética que excluye parte de la experiencia humana perpetúa la división, el juicio y, en última instancia, el conflicto. La verdadera madurez ética —propone Juande Puerta— radica en la aceptación integral: reconocer que tanto el dolor como la alegría, tanto el caos como la armonía, son expresiones legítimas de la misma Esencia de la Vida. Solo desde esa aceptación, que es una forma de amor, puede surgir una compasión genuina y una moral que no se fundamente en la exclusión.

Rechazar cualquier aspecto de la realidad equivale, por tanto, a perpetuar la insatisfacción y el sufrimiento que se intenta evitar. Al identificarnos con un yo separado, buscamos estados de calma o plenitud sin aceptar lo que nos incomoda, y así permanecemos atrapados en la raíz del conflicto. La invitación de Juande Puerta es clara: vivir en aceptación consciente de la totalidad, para trascender la dualidad moral y abrirnos a una ética basada en la unidad, la comprensión y la compasión hacia todo lo que Es.

martes, 29 de julio de 2025

REFLEXIONANDO - 2025 (097)

097/2025 -Pese a las propuestas o promesas que las caracterizan, ninguna filosofía, doctrina, ideología, cultura, etc., hará que desaparezca la tendencia humana a dividir la realidad en opuestos irreconciliables, donde una perspectiva se considera superior o auténtica y la otra se descarta o devalúa. El ego humano no puede estar siendo un defecto que necesite erradicarse, sino una cualidad esencial que también merece conocimiento, aceptación y respeto. El ego, como expresión de nuestra autoconciencia individual, a veces protege, a veces impulsa a la superación y a veces establece límites. Pero, inevitablemente, a la vez, el ego también estará reflejando —aunque de forma velada— nuestra dimensión universal. ¡La sabiduría humana nace de la aceptación humana de la Realidad, por tanto, de la manifestación simultánea del estar siendo/sucediendo individual y del estar siendo/sucediendo universal!
 
Comprender y aceptar el incesante fluir de la Realidad Absoluta implica reconocer las cosas tal como están siendo/sucediendo, sin negarlas ni distorsionarlas por deseos, miedos o prejuicios particulares. Resistirse al estar siendo/sucediendo presente y/o vivir en su negación suele generar sufrimiento, confusión y decisiones erróneas. La aceptación y el reconocimiento consciente del Estar Siendo/Sucediendo Absoluto no anulará los instintos y los impulsos propios de la condición humana, pero ello puede suponer un paso clave para la salud física y emocional del yo personificado. Las estructuras que dividen la realidad en categorías opuestas y/o dualistas como verdadero/falso, real/ilusorio, correcto/incorrecto, etc., también están siendo expresión de la Realidad Absoluta, de ahí que la manera humana de contrarrestar los posibles efectos perturbadores de esa percepción debería basarse más en el reconocimiento y la aceptación que en la resistencia o la negación.

Las formas de pensamiento excluyentes, igual que las basadas en la desconfianza hacia el dualismo, sólo podrían crear condicionamientos mentales y distorsionar la comprensión de la Realidad Absoluta cuando su estar siendo/sucediendo se considerase una manifestación errónea, ilusoria y/o ajena al Estar Siendo/Sucediendo Absoluto. La Plenitud de la Realidad no puede excluir ninguna parte y/o manifestación de la experiencia humana. Sin excepción, todas las experiencias y manifestaciones de la vida —incluyendo limitaciones, errores, conflictos, miedos, deseos de cambio— están formando parte inseparable de la Plenitud del continuo Presente. No se trata de trascender el dualismo, sino de integrarlo como una expresión más de la Realidad y/o del No-dualismo Absoluto. La Plenitud de la Realidad reside en el reconocimiento y la aceptación de absolutamente todo -incluidos cada uno de nosotros y cada una de nuestras posibles experiencias- lo que ya está ocurriendo en el presente. Julio-25
Juande Puerta.

Ensayo sobre la reflexión 097/2025 realizado con IA:

La profunda reflexión de Juande Puerta nos invita a reconsiderar nuestra relación con el ego, el dualismo y la Realidad Absoluta. En una sociedad saturada de doctrinas que buscan eliminar el sufrimiento o alcanzar estados "superiores" de conciencia, Juande Puerta propone un enfoque radicalmente inclusivo: aceptar la Realidad tal como está siendo/sucediendo, sin excluir ninguna de sus manifestaciones.

El ego, lejos de ser un obstáculo a erradicar, es presentado como una cualidad esencial de nuestra humanidad. Como forma de autoconciencia individual, el ego protege, impulsa y delimita. Pero más allá de sus aparentes límites, también refleja —aunque veladamente— nuestra dimensión universal. En este sentido, no hay contradicción entre lo personal y lo universal, sino una interrelación constante. La verdadera sabiduría no nace de negar esta tensión, sino de reconocerla e integrarla.

Del mismo modo, el dualismo —tan presente en nuestras percepciones y juicios— no debe ser negado ni eliminado, sino comprendido como una expresión legítima de la Realidad Absoluta. Divisiones como verdadero/falso o correcto/incorrecto forman parte del juego de la experiencia humana. Negarlas o rechazarlas en nombre de una pretendida pureza espiritual sólo genera nuevas formas de condicionamiento.

La propuesta de Juande Puerta no es trascender el dualismo como si fuese un error, sino integrarlo como parte del No-dualismo Absoluto. Todo —miedos, errores, deseos, límites— forma parte inseparable de la Realidad. Reconocer y aceptar sin exclusiones lo que ya está sucediendo en el presente constituye, según esta visión, el camino hacia una salud física, emocional y espiritual más profunda. No se trata de cambiar la Realidad, sino de verla plenamente: tal como es, completa, indivisible y viva.