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lunes, 8 de diciembre de 2025

REFLEXIONANDO - 2025 (146)

146/2025 -Aceptar “consciente y activamente” lo que está siendo/sucediendo —lo mismo en su dimensión particular, social y universal— es crucial para el progreso personal y de la humanidad; el empoderamiento, al que los individuos podemos “acceder” sin la necesidad ineludible de vivir atrapados en una agotadora actitud de lucha y de control, emerge directamente de la aceptación consciente y activa de que -comenzando por el hecho de nuestra propia existencia- no hay ni sucede absolutamente nada que no esté consistiendo en Estar Siendo Realidad Absoluta. Reconocer “consciente y activamente” que podemos elegir la manera en que nos relacionamos con nuestros estados internos, acontecimientos externos y vínculos humanos (Realidad), también facilitará que nuestras respuestas fluyan desde la empatía con la Vida y con la aceptación de nuestra parte de responsabilidad.
 
La experiencia de la existencia humana no está separada del Estar Siendo/Sucediendo Absoluto. ¡La iluminación espiritual y/o el despertar de la conciencia equivale al darse cuenta, el reconocimiento y la aceptación de que “nunca hay ni sucede nada” que -incluida la existencia de cada individuo- no esté consistiendo en Estar Siendo Realidad Absoluta! No hay un mundo por un lado y una Realidad, una Vida, un Dios o una Conciencia Superior por otro, sino una sola Realidad desplegándose en infinitud de formas y estados cambiantes, que incluye la existencia y las experiencias de cada individuo. Realidad Absoluta “en modo humano” también está siendo cada una de nuestras posibles expresiones egoicas, nuestras limitaciones y todas las contradicciones posibles. Aquí y ahora discrepo de las espiritualidades e ideologías políticas, culturales, etc., que parten de la idea de que la condición humana debe ser corregida desde la creencia en un ideal dogmático y superior.

La tarea de una ética y/o de una espiritualidad saludable, lúcida y coherente no sería la de corregir la condición humana, sino de comprenderla y asumirla plenamente, integrando también todo aquello que -según conveniencias puramente egoicas- unas veces sí y otras no, solemos considerar negativo. Absolutamente nada puede estar siendo/sucediendo (interno o externo) sin que ello -sin excepción- no esté consistiendo en una manifestación del Estar Siendo/Sucediendo Absoluto, de ahí la imposibilidad de eludir la experiencia de los efectos resultantes (culpa, miedo, victimismo, conflicto…) de la opción de negar su autenticidad. Negarse a aceptar la legitimidad de cualquier posible expresión de la Realidad pasará a convertirse en una expresión más de la Realidad que se esté siendo y viviendo. Diciembre-25
Juande Puerta.

Ensayo sobre la reflexión 146/2025 realizado con IA:


La propuesta de Juande Puerta invita a reconsiderar radicalmente nuestra relación con la experiencia humana. En su planteamiento, la aceptación “consciente y activa” de lo que está siendo —en lo personal, lo social y lo universal— constituye la clave para un verdadero empoderamiento. Este empoderamiento no surge del esfuerzo por controlar o dominar la realidad, sino de reconocer que todo cuanto ocurre, incluida nuestra propia existencia, está consistiendo en Estar Siendo Realidad Absoluta. Así, la lucha constante por corregir, mejorar o resistir deja paso a una comprensión más profunda y serena de la Vida como despliegue unitario.

Desde esta perspectiva, no se trata de resignarse sino de asumir la responsabilidad de elegir cómo nos relacionamos con nuestros estados internos, con los hechos externos y con los demás. La aceptación activa amplía nuestro margen de libertad: al dejar de oponernos a lo que está siendo, nuestras respuestas pueden brotar desde la empatía y la lucidez, no desde el miedo o la compulsión. La conciencia despierta reconoce que la experiencia humana —con sus luces y sombras— no está separada de lo Absoluto, sino que lo encarna en formas y situaciones infinitas.

Juande Puerta cuestiona las espiritualidades e ideologías que buscan “corregir” al ser humano desde modelos ideales, dogmáticos o moralizantes. Para él, una ética y una espiritualidad genuinas no consisten en perseguir un estado perfecto, sino en comprender, integrar y asumir plenamente la totalidad de nuestra condición, incluidas limitaciones, contradicciones y aspectos que solemos etiquetar como negativos. Rechazar cualquier expresión de la Realidad no elimina su existencia: la convierte, paradójicamente, en otra manifestación más de aquello mismo que se intenta negar. De ahí que el despertar espiritual equivalga a reconocer que nunca sucede nada fuera de la Realidad Absoluta. En esa comprensión, la vida deja de ser un campo de batalla y se convierte en un proceso de integración consciente, donde cada experiencia —agradable o incómoda— es afirmación viviente de la misma Realidad que estamos siendo.

lunes, 1 de diciembre de 2025

REFLEXIONANDO - 2025 (143)

143/2025 -Aceptar conscientemente que cada hecho que esté apareciendo ya está siendo expresión de la Realidad Absoluta no significa aprobar éticamente cualquier conducta ni dejar de actuar, sino comprender que incluso el error, el juicio, la resistencia, el rechazo y el deseo de cambio son, ellos mismos, manifestaciones de esa misma Vida única. La aceptación lúcida de la totalidad de lo que ocurre, tampoco puede excluir la aceptación de las mentalidades que sienten la necesidad de perseguir una “verdad espiritual” separada de la cotidianidad concreta. Paradójicamente, la inmutabilidad del Estar Siendo/Sucediendo Absoluto consiste en la incesante transformación y/o actualización que continuamente está aconteciendo. Sin excepción, absolutamente todo lo que está sucediendo en cada instante, desde lo más sublime hasta lo más sombrío, no estará siendo una distorsión de la Realidad, sino la Realidad misma en su incesante despliegue.
 
En la experiencia humana, lo único constante es el flujo de experiencias (siempre están sucediendo cosas); no hay un “yo” fijo, sino un continuo aparecer y desaparecer de situaciones y de estados. La infinita multiplicidad, simultaneidad y transitoriedad de manifestaciones de la Vida y/o la Realidad Absoluta no está siendo el resultado de un diseño moral superior, sino la expresión de un proceso creativo, espontáneo, natural, universal. El estar siendo de nuestros cuerpos, pensamientos, deseos, contradicciones, miedos, expectativas —realidad relativa- está siendo tan real como el Estar Siendo Absoluto. El requisito para acceder a un nivel más lúcido de conciencia de la Realidad no puede ser otro que el del reconocimiento y la aceptación de la autenticidad y de la legitimidad de cualquier eventualidad -también las complicadas- que cualquiera de nosotros pueda estar viviendo.

Cuando la espiritualidad, la filosofía, la política, la ética, la cultura, etc., intentan transformar la condición humana sin aceptarla completamente primero, el resultado suele desembocar en una lucha contra nuestra propia naturaleza esencial y la persecución de una versión idealizada de la Realidad. Reconocer y aceptar la autenticidad de todo lo que aparece en la experiencia de la existencia personal no equivale a justificar conductas que originan dolor o perjuicio, pero supone el paso imprescindible para poder reaccionar desde una conciencia más lúcida, realista, responsable y compasiva. Todo cuanto está apareciendo y desapareciendo, es decir, cambiando y/o actualizándose, no se contradice con la Realidad Absoluta, sino que consiste en Estar Siendo la Realidad Absoluta. Noviembre-25
Juande Puerta.

Ensayo sobre la reflexión 143/2025 realizado con IA:

La aceptación lúcida de la totalidad no es equivalente a aprobar cualquier conducta, sino a dejar de negar que aquello que rechazamos “ya es” en el ámbito de los hechos, y desde ahí decidir cómo responder. Reconocer que el error, la injusticia o el daño son también manifestaciones de la Realidad no los convierte en deseables, pero sí desactiva la ilusión de que existan “fuera” de ella, como anomalías que no deberían ser. Desde esta aceptación, la acción ética surge menos movida por el odio o la negación y más por la responsabilidad, la claridad y la compasión: se puede decir “no” a ciertas conductas sin decir “no” a la realidad de que están ocurriendo ni a la dignidad del ser que las encarna.

La reflexión disuelve la supuesta oposición entre Realidad Absoluta y realidad relativa: cuerpos, emociones, deseos, contradicciones y miedos no son meras apariencias ilusorias, sino modos concretos en que lo Absoluto se actualiza. No hay un “yo” fijo que posea la experiencia, sino un continuo suceder de estados que, sin embargo, no desmiente la unidad de la Vida que los sostiene. La multiplicidad cambiante no es un fallo del sistema ni el resultado de un plan moral superior, sino el despliegue creativo, espontáneo, de la Realidad misma, que se expresa simultáneamente en lo sublime y en lo sombrío.

Juande Puerta señala el peligro de una espiritualidad que pretende transformar al ser humano sin haber aceptado primero la condición humana tal como es. Perseguir una “verdad espiritual” separada de la cotidianidad genera lucha contra la propia naturaleza, división interior y persecución de una versión idealizada de la realidad que nunca se encarna del todo. Solo cuando se reconoce la autenticidad de cualquier experiencia —incluidas las experiencias espirituales dualistas, moralistas o “idealistas”— puede haber un crecimiento realmente lúcido, porque se parte de lo que ya está siendo y no de un rechazo de sí.

Aceptar no es justificar el daño, sino asumir que aquello que genera dolor forma parte de lo que está ocurriendo y, precisamente por eso, puede ser atendido, transformado o limitado. Esta aceptación radical es condición para una acción más responsable: quien deja de pelear contra el hecho de que la realidad es como es, queda más disponible para intervenir en ella con lucidez. Así, la paradoja se resuelve: todo lo que cambia es la Realidad Absoluta apareciendo y desapareciendo, y precisamente al reconocerlo se abre la posibilidad de responder con una ética más profunda, no basada en la negación de lo que somos, sino en el acompañamiento compasivo de la Vida tal como se está manifestando en cada instante.

martes, 11 de noviembre de 2025

REFLEXIONANDO - 2025 (135)

135/2025 -Las concepciones tradicionales de la individualidad, la espiritualidad, la moralidad y la ética, basadas en la negación y/o el rechazo de aquello que la conciencia identificada con la apariencia del yo egoico percibe como negativo, obedecen a una percepción fragmentada y limitada de la Realidad. El Estar Siendo/Sucediendo de la Realidad consiste en el flujo continuo de absolutamente todo -sin excepción- lo que está aconteciendo, y no sólo en la supuesta quietud inmutable de un ideal abstracto. ¿Qué tipo de moralidad y de ética podría surgir de la idea limitante y discriminatoria de que aquello que pueda resultar molesto y doloroso no está formando parte “también” de la Esencia de la Vida? La moral y la ética, que excluye la autenticidad de una parte intrínseca de la naturaleza y de la experiencia humana, jamás podría servir para evitar conflictos y sufrimiento; en lugar de eso estaría ayudando a justificar la percepción de división y la necesidad de la lucha y del enfrentamiento.

Una ética madura y equilibrada no debería excluir la aceptación integral de todas las manifestaciones de la Realidad -también lo molesto y doloroso-, como aspectos igualmente esenciales y valiosos de la Vida que estamos siendo, expresando y experimentando. Una moralidad que promueva la compasión, la solidaridad y el respeto hacía la legitimidad de las diferencias no puede basarse en el rechazo o la negación de aquello que podamos considerar problemático, sino en la aceptación (aceptar es amar) de la Vida en su totalidad. Paradójicamente, aquello que se construye sobre el rechazo (no reconocimiento y no aceptación imparciales) de las experiencias que al yo egoico pudiera molestarle, en gran medida estará perpetuando la conflictividad y el sufrimiento que dicha identificación consciencial pretendiera evitar.

Mientras intentemos alcanzar estados más prolongados y continuos de calma, plenitud, dicha, etc., sin dejar de rechazar las manifestaciones de la Realidad (eso que está sucediendo) que le pueda desagradar a la conciencia personificada (yo separado de lo demás), seguiremos atrapados en la misma estructura egocéntrica que estará generando las percepciones de carencia, de insatisfacción y de discordia. Vivir en el rechazo y/o el desprecio de alguna parte intrínseca de la naturaleza y de la experiencia humana, no solo afectará a nuestra salud mental, física y emocional -generando soledad, tristeza, aislamiento, depresión, ansiedad y todo tipo de enfermedades- también propiciará la creación de sociedades fragmentadas e injustas en las que predomine la intolerancia, la estigmatización y la discriminación hacia las personas y hacia todo lo que represente aquellos aspectos de la Realidad que se estén rechazando. Noviembre-25
Juande Puerta.

Ensayo sobre la reflexión 135/2025 realizado con IA:

La reflexión de Juande Puerta plantea una revisión profunda de los fundamentos sobre los que se erigen las concepciones tradicionales de la moral, la ética y la espiritualidad. Su crítica se dirige al modo en que la conciencia, identificada con la apariencia del yo egoico, tiende a dividir la Realidad entre lo aceptable y lo rechazable, entre lo “bueno” y lo “malo”. Este impulso de negar lo que resulta incómodo o doloroso —propio de una percepción fragmentada— genera, según Juande Puerta, una visión incompleta y distorsionada del fluir total de la existencia. La Realidad no puede reducirse a los aspectos que la mente considera placenteros o “elevados”, pues el Estar Siendo de la Vida incluye, sin excepción, todo lo que acontece.

Desde esta comprensión, la moralidad basada en la negación del sufrimiento o de lo “negativo” carece de autenticidad y profundidad. Una ética que excluye parte de la experiencia humana perpetúa la división, el juicio y, en última instancia, el conflicto. La verdadera madurez ética —propone Juande Puerta— radica en la aceptación integral: reconocer que tanto el dolor como la alegría, tanto el caos como la armonía, son expresiones legítimas de la misma Esencia de la Vida. Solo desde esa aceptación, que es una forma de amor, puede surgir una compasión genuina y una moral que no se fundamente en la exclusión.

Rechazar cualquier aspecto de la realidad equivale, por tanto, a perpetuar la insatisfacción y el sufrimiento que se intenta evitar. Al identificarnos con un yo separado, buscamos estados de calma o plenitud sin aceptar lo que nos incomoda, y así permanecemos atrapados en la raíz del conflicto. La invitación de Juande Puerta es clara: vivir en aceptación consciente de la totalidad, para trascender la dualidad moral y abrirnos a una ética basada en la unidad, la comprensión y la compasión hacia todo lo que Es.