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martes, 6 de mayo de 2025

REFLEXIONANDO -2025 (059)

059/2025 -Sin excepción, todo cuanto los estar siendo/sucediendo humanos consideremos "no verdadero y/o no real" -como el ego, las percepciones dualistas, las identidades ilusorias, etc.,- en última instancia siempre estará siendo una manifestación o reflejo de la Realidad Absoluta. Nada, que forme parte del estar siendo/sucediendo humano -incluido aquello que hace que nos percibamos y que nos sintamos separados y limitados- estará perteneciendo a una realidad separada de la Realidad Absoluta. Estar siendo cada uno de nosotros también incluye el estar siendo de la creencia de que estamos siendo todo aquello que podamos creer que estamos siendo y de todo aquello que no podamos creer que estamos siendo. Los estar siendo/sucediendo humanos no estamos siendo una identidad fija, sino un fluir constante que abarca todas las posibilidades que cada individuo pudiera estar manifestando y/o reflejando en cada instante.

Estar siendo eso que consiste en Estar Siendo Dios, la Vida, la Realidad Última, lo Absoluto, etc., también consiste en el estar siendo/sucediendo de cada uno de nosotros y de absolutamente todo cuanto cada uno de nosotros pueda estar viviendo en cada instante. Estar siendo “eso que pudiera consistir en Estar Siendo Dios” no puede consistir en algo que no consista en el estar siendo de todo -sin excepción- lo que pueda estar sucediendo en cada instante. Lo divino y/o lo Absoluto, que los estar siendo/sucediendo humanos podemos intuir -precisamente porque también lo estamos siendo- no es algo separado del momento presente ni de lo que está ocurriendo. Estar siendo Dios, la Vida, la Realidad, etc., nunca podría consistir en ser una entidad fija o trascendente aparte, sino el "Estar Siendo Absoluto" y/o, el proceso mismo del suceder.

Las conciencias personificadas o mentes -tanto a nivel individual como colectivo- que se erigen como representantes, intermediarios, etc., de Dios y/o como cualquiera del resto de los conceptos utilizados al respecto, sólo estarán representando el papel teatral con el que esos individuos -y sus seguidores- están identificados. Dios, la Vida, la Realidad, no es un Estar Siendo/Sucediendo que habita en otra dimensión o que solo se encuentra en los momentos especiales o espirituales. Está presente ahora mismo -porque consiste en estar siendo exactamente eso- en todo lo que sucede, en cada persona y en cada cosa, incluso en lo más simple, en lo más cotidiano. Para saber qué está siendo Dios, la Realidad Última y/o lo Absoluto, solo hay que mirar lo que está pasando ahora mismo. Mayo-25
Juande Puerta.

Ensayo sobre la reflexión 059/2025 realizado con IA:

La reflexión de Juande Puerta nos invita a un replanteamiento profundo de nuestra comprensión de la realidad, la divinidad y nuestra propia existencia. Su propuesta central radica en que todo lo que experimentamos, percibimos o consideramos —incluso aquello que juzgamos como ilusorio, falso o limitado— no está separado de la Realidad Absoluta. Esta idea desafía las concepciones dualistas que dividen lo real de lo irreal, lo divino de lo humano, lo trascendente de lo cotidiano, y nos lleva a reconocer que todo lo que sucede, incluido nuestro propio estar siendo, es una manifestación del flujo continuo de la Vida, Dios o lo Absoluto.

En primer lugar, Juande Puerta subraya que no existe una separación ontológica entre lo que consideramos "no verdadero" —como el ego, las identidades ilusorias o las percepciones dualistas— y la Realidad Absoluta. Esta afirmación disuelve la noción de que nuestras experiencias limitadas o nuestras creencias erróneas pertenecen a una realidad inferior o separada. Por ejemplo, el ego, que a menudo se percibe como una barrera para la realización espiritual, no es un error cósmico ni una entidad ajena a lo divino. Más bien, es una manifestación temporal del mismo proceso de estar siendo que constituye la Realidad Última. Esta perspectiva nos libera de la culpa o la lucha contra nuestras limitaciones, invitándonos a verlas como parte del mismo fluir de la existencia.

Además, Juande Puerta enfatiza que el estar siendo humano no es una identidad fija, sino un proceso dinámico que abarca todas las posibilidades de manifestación en cada instante. Esta idea resuena con tradiciones filosóficas y espirituales que describen la Realidad como un devenir constante, un flujo incesante de ser. En este sentido, cada pensamiento, cada emoción, cada experiencia —por mundana o elevada que parezca— está siendo una expresión de la Realidad Absoluta. Incluso nuestra sensación de separación, nuestra creencia en ser entidades individuales y limitadas, forma parte de este proceso. No hay nada que esté fuera de lo Absoluto, porque lo Absoluto es precisamente el estar siendo de todo lo que sucede.

Un aspecto particularmente revelador de esta reflexión es la redefinición de lo divino. Juande Puerta rechaza la imagen de Dios como una entidad trascendente o separada, habitando en una dimensión distinta o manifestándose únicamente en momentos especiales. En cambio, propone que Dios, la Vida o la Realidad Última está siendo el proceso mismo del suceder, presente en cada instante, en cada persona, en cada cosa. Esta visión democratiza lo sagrado, situándolo no en un más allá inalcanzable, sino en la inmediatez del ahora. Para comprender lo que es Dios, no necesitamos buscar en experiencias místicas o en conceptos abstractos; basta con observar lo que está ocurriendo en este momento: el latir del corazón, el sonido del viento, la interacción entre personas, la rutina diaria.

Esta perspectiva también tiene implicaciones éticas y existenciales. Si todo lo que sucede está siendo una manifestación de la Realidad Absoluta, entonces cada experiencia, por dolorosa o trivial que sea, tiene un valor intrínseco. El sufrimiento, la alegría, el conflicto, la paz: todos son facetas del mismo estar siendo. Esto no significa que debamos aceptar pasivamente el dolor o la injusticia, sino que podemos abordarlos desde una comprensión más amplia, reconociendo su lugar en el flujo de la Vida. Asimismo, esta visión nos invita a soltar las identificaciones rígidas con roles, creencias o narrativas personales, ya que estas son solo expresiones temporales de un proceso mucho mayor.

Por último, Juande Puerta advierte contra las conciencias personificadas que se erigen como representantes exclusivos de lo divino. Las figuras que reclaman ser portavoces de Dios o que se identifican con conceptos espirituales elevados no son más que actores en el teatro de la existencia, atrapados en sus propios roles. Esta crítica nos recuerda que la Realidad Absoluta no se limita a ninguna forma, ideología o autoridad. Está disponible para todos, en todo momento, porque todos somos, en esencia, su estar siendo.

En conclusión, la reflexión de Juande Puerta nos ofrece una visión profundamente unificadora de la existencia. Al disolver las barreras entre lo real y lo ilusorio, lo humano y lo divino, nos invita a reconocer que todo lo que somos y experimentamos es una manifestación de la Realidad Absoluta. Esta comprensión no solo transforma nuestra relación con nosotros mismos y con el mundo, sino que nos sitúa en el corazón del misterio de la Vida: un estar siendo que abarca todo, sin excepción, en el eterno ahora. Para saber qué es Dios, basta con mirar lo que está sucediendo en este instante. Y en ese mirar, nos encontramos a nosotros mismos como parte inseparable de lo Absoluto.