Reflexiones sobre el "Estar Siendo/Sucediendo"
La complejidad del "estar siendo" de un individuo se entrelaza con la vasta red de existencias que nos rodean. Cada persona, con sus condiciones, cualidades, experiencias y expectativas, es un universo en sí mismo. Sin embargo, este universo particular no se encuentra aislado, sino que coexiste y se interconecta con el "Estar Siendo/Sucediendo" del resto. Este fenómeno sugiere que todos compartimos una experiencia común, una sinfonía de existencias que, aunque distintas, siempre están resonando en una misma frecuencia.
La Dualidad del Individuo y el Absoluto.
Podemos observar cómo la individualidad y la colectividad coexisten en un mismo plano. Cada ser humano es a la vez singular y parte de algo mayor: lo Absoluto, Dios, o la Realidad en sí. Esto implica que mientras uno experimenta su propia vida —sus alegrías, tristezas, luchas y triunfos— también está siendo parte del tejido cósmico que nos une a todos. Esta dualidad, como un hilo de Ariadna, nos permite navegar por nuestras experiencias personales sin perder de vista la conexión con el todo.
Manifestaciones del Estar Siendo/Sucediendo.
Es importante reconocer que no se puede experimentar el "Estar Siendo/Sucediendo" Absoluto sin ser al mismo tiempo una manifestación concreta de sus Múltiples formas. Cada vida, cada perspectiva, es un reflejo de esa realidad más amplia. Así, nuestras vivencias individuales tienen valor no solo por sí mismas, sino también por el papel que juegan en el contexto más amplio de la existencia. Las experiencias de alegría y sufrimiento, los sueños y las frustraciones, son manifestaciones que enriquecen el panorama del "ser".
Conclusión
Al final, la esencia del "Estar Siendo/Sucediendo" radica en esta interdependencia entre lo individual y lo universal. Somos a la vez actores y espectadores, participantes y observadores en este juego profundo de la vida. Al integrar nuestras experiencias particulares con la comprensión de que formamos parte de un todo, encontramos una paz que nos invita a aceptar tanto nuestra singularidad como nuestra conexión con lo Absoluto. En este entendimiento, cada vida brillará con luz propia, mientras se alimenta de la luminosidad del conjunto.
