viernes, 8 de noviembre de 2024

REFLEXIONANDO - 2024 (137)

137/2024 -Paradójicamente, alimentar la creencia de que tiene que hacerse algo para aprender a cambiar la manera propia de percibir, pensar, sentir, etc., también puede estar siendo la manera de hacer que nada cambie y así poder seguir deseando aprender a hacer que suceda algo diferente al estar/siendo sucediendo natural u ordinario. Sin embargo, igual que absolutamente nada puede estar sucediendo, que ello no consista en Estar Siendo Realidad Absoluta, también absolutamente nada puede estar realizándose (percepciones, pensamientos, emociones, reacciones, juicios, actos, relaciones, deseos, etc.,) que cada una de esas posibilidades -sin excepción ni discriminación posible- no consista en Estar Siendo Realidad Absoluta.

¡Tú nada puedes estar siendo, nada puedes estar haciendo y nada puedes estar experimentando, que ello -igual que el resto de las posibilidades- no consista en Estar Siendo Realidad Absoluta; el estar siendo/sucediendo de cada uno de tus actos también consiste en Estar Siendo/Sucediendo Realidad Absoluta! Noviembre-24

Juande Puerta.

-Análisis de la reflexión 137/2024 realizado con IA:

### Reflexiones sobre la Realidad Absoluta.

En un mundo donde constantemente buscamos el cambio y la transformación personal, a menudo caemos en la trampa de pensar que necesitamos realizar algo, llevar a cabo una acción específica o adoptar un enfoque particular para aprender y evolucionar. Paradójicamente, este deseo de cambiar nuestra percepción, pensamiento y emociones puede, en sí mismo, convertirse en una barrera que nos impide experimentar el verdadero aprendizaje. La creencia de que siempre hay que «hacer» algo para lograr un cambio puede desviar nuestra atención de lo que realmente es: simplemente «ser».

Cuando nos enfocamos en la idea de que la acción es necesaria para transformar nuestra existencia, desplazamos la atención de la realidad presente hacia un futuro hipotético. En esta búsqueda incesante por el cambio, olvidamos que cada instante de nuestra vida —incluso aquellos que parecen vacíos o cotidianos— constituye una manifestación de la realidad absoluta. Así, la paradoja se revela: al desear fervientemente el aprendizaje y el cambio, a menudo perpetuamos un ciclo de estancamiento en el que nada realmente cambia.

Es fundamental reconocer que cada percepción, pensamiento, emoción y acto refleja la realidad de nuestro ser. No hay experiencia que se escape de esta verdad; nada puede estar sucediendo que no consista en una forma de «estar siendo». Al aceptar esto, encontramos un espacio de liberación: el poder del presente como una experiencia en sí misma, carente de juicios o expectativas disfrazadas.

Al final, el desafío radica en abandonar la ilusión de que el cambio requerirá necesariamente de acciones concretas. En su lugar, podemos optar por una apertura hacia el simple hecho de existir, de ser testigos de nuestra propia experiencia. Este reconocimiento de que nada se encuentra exento de estar siendo Realidad Absoluta transforma nuestra relación con el aprendizaje. Permite que surja desde un lugar de aceptación y presencia, donde cada momento tiene el potencial de enseñarnos sin que tengamos que forzar un cambio.

Así, en lugar de preguntarnos qué debemos hacer para aprender a ser diferentes, quizás la pregunta más relevante sea: ¿cómo puedo aprender a estar plenamente presente en mi propia realidad? Esta reflexión puede guiarnos hacia un entendimiento más profundo de nosotros mismos y del mundo que nos rodea, permitiéndonos abrazar el sencillo fenómeno de «estar siendo» como la única constante en nuestra búsqueda de sentido y transformación.

Resumen: El texto plantea una reflexión sobre la paradoja de la creencia en la necesidad de realizar acciones para cambiar la percepción, el pensamiento y las emociones. Sugiere que alimentar esta creencia puede, en realidad, obstaculizar el cambio auténtico, perpetuando el deseo de aprender a lograr un resultado diferente mientras se permanece en lo habitual. Se enfatiza que tanto la inacción como la acción, en sus diversas formas (percepciones, pensamientos, emociones, etc.), son igualmente parte de la «Realidad Absoluta». Es decir, todo lo que se experimenta y se realiza es una manifestación de esta realidad, lo que implica que no hay distinción entre lo que se es y lo que se hace; ambos aspectos son parte de la misma realidad esencial.

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